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domingo, 28 de enero de 2024

AMNISTÍA INTERNACIONAL ENQUISTADA EN LA ONU PROMUEVE EL CAOS EN ARGENTINA




El 23 de Enero de 2024 tres relatores especiales de la ONU, Clement Nyaletsossi Voule (Relator Especial sobre los derechos a la libertad de reunión pacífica y de asociación), Irene Khan (Relatora Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión) y Mary Lawlor (Relatora Especial sobre la situación de los defensores de derechos humanos),  emitieron un documento referido a la República Argentina con observaciones al denominado "protocolo antipiquetes" y al proyecto de Ley bases y puntos de partida para la Libertad de los argentinos.

El mismo puede leerse a través del siguiente enlace:


Cabe consignar que los tres relatores firmantes comparten algo más que puestos de relatores especiales en la ONU, porque tanto el togolés Voule, como la bangladesí Khan y la irlandesa Lawlor son viejos activistas de Amnesty International, la ONG británica creada en 1962 con la supuesta finalidad de lograr la vigencia global de todos los derechos humanos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Es claro que Amnesia Intencional, ¡ups!, corrijo: Amnistía Internacional, aunque declare que: "Somos independientes de toda ideología política, interés económico y religión" no es independiente en ninguna de esas categorías, porque es ideológicamente de izquierda, responde a los intereses económicos del globalismo y tiene por religión al progresismo. Tres razones por las cuales busca y logra enquistarse en organismos como las Naciones Unidas.

En consecuencia, Amnesia Intencional, ¡uy! otra vez mi confusión, ejerce una defensa selectiva de los derechos humanos en la que, por ejemplo, jamás ha manifestado reparo alguno hacia el prevaricato más escandaloso de la historia argentina que son los juicios de revancha, inconstitucionales todos ellos, contra quienes vencieron al terrorismo castrista en la Guerra Antisubversiva. 

Ninguna muestra de interés por los derechos humanos de esos presos políticos, para los cuales no hay garantías del debido proceso ni respeto por su dignidad humana. Sin embargo cuando el terrorista del MTP Antonio Puigjané fue condenado por el ataque contra el Regimiento de la Tablada, que es decir contra la democracia argentina, Amnistía Internacional lo calificó como "preso de conciencia".  

Y ni hablar de la militancia abortista con la que la sede local de la ONG británica pretende impedir que se revise la inconstitucional ley de aborto, punto que viene a cuento porque, como veremos a continuación, marca la hipocresía con la que los activistas de Amnistía Internacional pretenden interpretar las normas constitucionales argentinas desde organismos internacionales.


Los militantes que Amnistía Internacional logró enquistar como funcionarios de la ONU, argumentan que "el Comité de Derechos Humanos, órgano encargado de vigilar el cumplimiento de las obligaciones contenidas en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos - el cual ha sido ratificado por Argentina y tiene jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 de la Constitución de la Nación Argentina) - reconoce que las afectaciones a la libertad de circulación, intencionadas o no, pueden ocurrir y por lo mismo, no ponen en entredicho la protección de la que gozan esas reuniones por parte del derecho internacional".

Al margen de otras consideraciones que hacen a la interpretación de los tratados internacionales en su incorporación al Derecho Constitucional Argentino, acaso maliciosamente omiten los relatores considerar que si bien la Constitución de la Nación Argentina confiere jerarquía constitucional a determinados tratados, también establece un orden jerárquico dentro de las normas constitucionales. En razón de ese orden, el rango constitucional de los tratados está subordinado a la supremacía absoluta de la primera parte de la Constitución Nacional. 

En efecto, el citado Artículo 75 Inc 22 de la Constitución Nacional establece la subordinación de los tratados internacionales con el siguiente texto de claridad meridiana: "en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos".

Por la más elemental lógica jurídica, va de suyo que si los tratados incorporados con rango constitucional no pueden derogar artículo alguno de la primera parte de la Constitución Nacional es porque sus disposiciones tienen una jerarquía inferior, meramente complementaria y subordinada a los 43 artículos que declaran derechos y garantías. Y cabe subrayar: derechos y garantías que hacen a la coherencia de un orden que tiene por finalidad alcanzar los objetivos enumerados en el Preámbulo, entre ellos: consolidar la paz interior. Es decir, derechos y garantías que sólo pueden existir dentro de un orden, porque no son viables en el caos.

Muy obviamente los relatores de la ONU no interpretan las normas argentinas en función del interés de la Nación Argentina, sino en función de intereses como los que representa Amnistía Internacional y otros grupos de presión. 

Para darse cuenta de ello basta ver el modo en que militan la conservación de la ley de aborto, a efectos de lo cual olvidan selectivamente que  la Convención sobre los Derechos del Niño, fue aprobada en 1990 por medio de la Ley Nº 23.849, que ordena ratificar la misma formulando la siguiente declaración: "Con relación al artículo 1º de la Convención sobre los Derechos del Niño, la República Argentina declara que el mismo debe interpretarse en el sentido que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad".

Es muy revelador de las intenciones de Amnistía Internacional a través de estos relatores de la ONU, que en su afán de imponer su agenda a países como la Argentina finjan a conveniencia respeto por las normas constitucionales.

Los relatores eligen ignorar tanto las distintas jerarquías dentro de las normas constitucionales, como la realidad que da sentido a la interpretación de las normas jurídicas en tanto reguladoras de conductas intersubjetivas. 

Ven así sólo la parte de la realidad que conviene a los activistas, dejando completamente de lado las del resto de la población que ha manifestado, con claras repercusiones en elecciones democráticas, su hartazgo por el constante caos por el que cualquiera quedaba expuesto, ante un corte de calles, a no poder disponer de su tiempo ni ejercer ninguno de sus derechos constitucionales, porque algún grupo -a veces apenas unas pocas personas- decidía protestar interrumpiendo el tránsito.


Al conocerse el proyecto de la (para abreviar) Ley Ómnibus, critiqué por absurdamente inconstitucional la pretensión de exigir permiso previo del Estado para reuniones no masivas que no afectan el orden ni los derechos de terceros (SEGURIDAD: UN ACIERTO Y UN ERROR EN EL PROYECTO DE LEY ÓMNIBUS). 

Esa exigencia propia de Cuba o cualquier otra dictadura comunista, repugna al orden de la Libertad del estilo de vida propiciado por la Constitución de la Nación Argentina.

Pero ese despropósito metido en el proyecto de la Ley Ómnibus, de ningún modo puede corregirse quitando a las instituciones del Estado la facultad de garantizar el orden dando vía libre a los activistas. Nadie está pretendiendo en Argentina impedir el derecho a la protesta ni buscando criminalizar la protesta social, el punto es mucho más sencillo: se trata de recordar que el hecho de la protesta no otorga impunidad frente al Derecho Penal, ni faculta a quienes protestan a imponer por la fuerza la prevalencia de sus derechos por sobre los de los demás. Pues no cabe olvidar que si hay un derecho a la protesta, también hay derecho a no protestar. 

En atención a lo que representa el documento emitido por los relatores especiales de la ONU, es preciso que la Canciller Diana Mondino tome medidas para defender el interés nacional, rechazando los cuestionamientos que constituyen una inaceptable injerencia sobre asuntos internos de la República Argentina.

Es claro también que estas observaciones, en apariencia dirigidas contra el Ministerio de Seguridad de la Nación, deberían ser analizadas por el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, a efectos de diseñar una estrategia de reafirmación nacional para la interpretación del Derecho Argentino frente a intereses extranacionales.

Resultaría perjudicial para los intereses de la Nación Argentina que el gobierno del Presidente Javier Milei mantenga, frente a este tipo de injerencias extrañas, la indiferencia convalidante de los anteriores gobiernos, que nunca han sabido plantar cara ni argumentos ante la intromisión degradante para nuestro orden jurídico.

Antes que aceptar críticas de la ONU, debería revisarse que tanto se ha desviado ese organismo de las finalidades que le dieron origen y preguntarse a qué intereses sirve su agenda. 

Hay que plantear seriamente poner distancia de la ONU para fijarle límites a la injerencia que los militantes de izquierda, globalistas y progresistas enquistados en ella pretenden darle sobre Argentina. 

No se puede permanecer con los ojos cerrados frente a lo que evidentemente son señales de desvirtuación de la ONU. Por caso, ahí está la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), sospechada de haber brindado apoyo a los terroristas de Hamas que atacaron a Israel. ¿Cuántas organizaciones terroristas se han visto beneficiadas, directa o indirectamente, por medio de las Naciones Unidas? 

Es oportuno poner en la agenda de la Nación Argentina analizar la incompatibilidad de nuestros intereses con los de la Agenda 2030 de la ONU. Y en cualquier caso, es preciso reinterpretar los tratados internacionales bajo la absoluta supremacía de la primera parte de la Constitución Nacional.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

sábado, 21 de agosto de 2021

DÍA INTERNACIONAL DE CONMEMORIACIÓN Y HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO




Dispuesto por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 2017, el 21 de Agosto es el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo. 


En el año 2016, exponiendo en el Círculo Militar, sostuve que la guerra contra la subversión (terrorismo castrista) debía ganarse como sea, porque estaba en juego el estilo de vida de los argentinos, el todo, mucho más que un territorio o cualquier otro interés específico. 


Dije también que a los soldados dispuestos en el Siglo XXI para combatir al terrorismo los considero "mis soldados", los de la humanidad, los de la Libertad, sin importar su nacionalidad.


Y enfatizo: mis soldados, los que como los que nos defendieron a los argentinos del terrorismo castrista, luchan en cualquier lugar del mundo por aquello que, para bien, nos hace humanos.


Desarrollé el concepto en un pasaje de "El heroísmo y la gloria", uno de los libros de "Trilogía de Convicciones", y lo he tenido muy presente estos días viendo las imágenes difundidas en relación a la toma del poder en Afganistán por parte del Talibán. 

Estos párrafos del libro explicitan el punto: 

"Combatir a este terrorismo ya no será una causa nacional, un asunto de cada país. Tampoco lo fue en el transcurso de la Guerra Fría, aunque entonces las organizaciones terroristas servían al comunismo disfrazándose como pretendidos movimientos de liberación nacional. Los soldados dispuestos para aniquilar al terrorismo del Siglo XXI combatirán, sin duda, bajo la bandera de sus respectivos países pero por la causa de la humanidad. Una humanidad que, a simple vista, parece no contar con los mejores líderes en los países democráticos, encorcetados además por un falso concepto de la corrección política que fomenta una peligrosa pasividad frente al mal. No hay, de momento, presidentes a la altura de lo que significó Álvaro Uribe en Colombia. Me arriesgaré a decir que, en el afán de "humanizar" a la dirigencia política de los países democráticos, es posible que nos hayamos banalizado al punto de elegir idiotas. No borraré el "idiotas", pero ajustaré el concepto señalando que alude a la fatal falta de iniciativa y convicción para encarar lo debido.

El mundo democrático, de la tolerancia, del poder limitado frente a la autonomía del individuo, se condena al fracaso si elige replegarse frente al miedo. Para poder aspirar a ser buenas personas necesitaremos soldados de la humanidad, sin temor a sostener con las armas que la crueldad del soldado protege la ternura del ciudadano.

Sin hipocresías: entender que el mundo será la oscuridad que pretende el terrorista si de nuestra parte no somos capaces de desatar una voluntad guerrera que supere en mucho la voluntad del criminal. Libertad o esclavitud. Justicia o arbitrariedad. Civilización o terrorismo. Todo ello se juega en el escenario de nuestro presente".

Hechos de público conocimiento convalidan lo escrito entonces. 

Cierro con estos versos que escribí en 2015 repudiando el atentado contra Charlie Hebdo, porque es mi homenaje a las victimas del terrorismo y mi reconocimiento a quienes combatieron, combaten y combatirán al terrorismo. 


POR SER LIBRE

Yo tengo en claro, por ser libre,
que la libertad de expresión es tan sagrada.
como ineludible la responsabilidad por lo expresado.

Yo tengo en claro, por ser libre,
que toda verdad y razón queda en la nada
cuando la risible afectación de la deidad es lo vengado.

Yo tengo en claro, por ser libre,
que la tempestad proyectó la llamarada
del fuego visible en el terror sin salvedad de un dios lisiado.

Yo tengo en claro, por ser libre,
que la criminal vocación de la manada
será susceptible de la acción y la crueldad de ser soldado.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía.




 

martes, 28 de agosto de 2018

SEGURIDAD HUMANA


El 23 de Agosto de 2018, tuvo lugar en la UCEMA el "1er Encuentro Argentino de Seguridad Humana" (Hablemos de Vulnerabilidad, Dignidad y Sustentabilidad), organizado por Fundación Criteria en conjunto con la Universidad del CEMA y con el acompañamiento de Excelencia Competitiva y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa. 

Participé del encuentro, ya que ofrecía un interesante programa: exponer la problemática de la Seguridad Humana, desde el Estado y la Sociedad Civil, a fin de generar conciencia y compromiso en líderes, dirigentes y ciudadanos comunes. 

Durante el evento quise fotografiar el programa, se colaron la birome en mi borcego
y el prendedor del Teniente Roberto Estévez en la mochila. Me gusta la imagen que salió.

CONSIDERACIONES PRELIMINARES AL EVENTO


El concepto de Seguridad Humana comenzó a esbozarse en la última década del siglo pasado, cuando el mundo descubría las consecuencias del fin de la Guerra Fría por el colapso de la Unión Soviética y advertía, casi de inmediato, los riesgos emergentes del nuevo escenario. El fracaso del comunismo en el estallido de su bloque ideológico, cambiaba la dimensión de los conflictos, al punto que en ese mismo contexto Hans Magnus Enzenberger bosquejaba la idea de la Guerra Civil Molecular, porque despejado en buena medida el temor del holocausto nuclear que vaticinaba el enfrentamiento entre las dos superpotencias, el interés intelectual fue hacia lo pequeño, una suerte de atomización del espanto tan temido que, al fin de cuentas, llevaba a posar la mirada sobre el individuo. 

El 10 de Setiembre del 2012, la Resolución 66/290 de la Asamblea de las Naciones Unidas le imprimió a la expresión "Seguridad Humana" una entidad consensuada, en tanto: "Conviene en que la seguridad humana es un enfoque que ayuda a los Estados Miembros a determinar y superar las dificultades generalizadas e intersectoriales que afectan a la supervivencia, los medios de subsistencia y la dignidad de sus ciudadanos". 

Pero las materias que la citada resolución engloba dentro de la Seguridad Humana son muchas, y acaso demasiadas como para precisar un objeto de estudio bien definido que pueda ser abordado específicamente desde la seguridad. Así el entendimiento común respecto a la "Seguridad Humana" pretende abarcar poco menos que la generalidad de la vida, partiendo del derecho de las personas a vivir en libertad y con dignidad, libres de la pobreza y la desesperación, libres del temor y la miseria, disponiendo de iguales oportunidades para disfrutar de todos sus derechos y desarrollando plenamente su potencial humano. 

Desde esa vaguedad de horizonte infinito, la resolución apunta que "La seguridad humana exige respuestas centradas en las personas, exhaustivas, adaptadas a cada contexto y orientadas a la prevención que refuercen la protección y el empoderamiento de todas las personas y todas las comunidades; porque la seguridad humana reconoce la interrelación de la paz, el desarrollo y los derechos humanos, y tiene en cuenta igualmente los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales". 

Luego de lo cual vienen algunas definiciones que aportan todavía mayor confusión, al sostener que el concepto de seguridad humana es distinto de la responsabilidad de proteger y su aplicación, no entraña la amenaza o el uso de la fuerza ni medidas coercitivas. La seguridad humana no sustituye a la seguridad del Estado y se basa en la implicación nacional. Puesto que las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales de la seguridad humana varían considerablemente entre los países y dentro de ellos, así como en diferentes momentos, la seguridad humana refuerza las soluciones nacionales compatibles con la realidad local; por lo que siguen recayendo en los gobiernos la función y la responsabilidad primordiales de asegurar la supervivencia, los medios de subsistencia y la dignidad de sus ciudadanos. De tal modo que la función de la comunidad internacional consiste en complementar la labor de los gobiernos y proporcionarles el apoyo necesario, cuando lo soliciten, a fin de fortalecer su capacidad para responder a las amenazas actuales e incipientes. 

Y en este punto empiezan a explicitarse las limitaciones que hacen al concepto todavía más difuso, casi lírico, porque la resolución, en definitiva un instrumento diplomático, se cuida de innovar: "La seguridad humana se debe hacer efectiva respetando plenamente los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, incluidos el pleno respeto de la soberanía de los Estados, la integridad territorial y la no injerencia en asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados. La seguridad humana no entraña nuevas obligaciones jurídicas para los Estados". 

Basta pensar en la realidad de Venezuela para cuestionar que la "Seguridad Humana" constituya en efecto algo novedoso, especialmente cuando la resolución termina siendo un concreto pedido de aporte a los Estados miembros de la ONU para el "Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la Seguridad Humana". Se pregunta uno -que vengo a ser yo- si el cocktail del embajador aliviará en algo las penurias del éxodo venezolano...

No obstante estos reparos, el concepto de "Seguridad Humana" viene siendo impulsado con mayor énfasis a partir del año 2015, cuando a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los Estados Miembros de la ONU aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) esbozados con la pretensión de poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático.



Los 17 objetivos son un conjunto de buenas intenciones pero nada certeras, a saber: 1.- fin de la pobreza, 2.- hambre cero, 3.- salud y bienestar, 4,- educación de calidad, 5.- igualdad de género, 6.- agua limpia y saneamiento, 7.- energía asequible y no contaminante, 8.- trabajo decente y crecimiento económico, 9.- industria renovable e infraestructura, 10.- reducción de las desigualdades,  11.- ciudades y comunidades sostenibles, 12.- producción y consumo responsables, 13.- acción por el clima, 14.- vida submarina, 15.- vida de ecosistemas terrestres, 16.- paz, justicia e instituciones sólidas y 17.- alianzas para lograr objetivos. Solamente el punto 16 se asocia directamente con la seguridad, el resto refieren directamente a otros aspectos de la vida humana. 

Lo hasta aquí expuesto, siendo una somera aproximación al concepto de la "Seguridad Humana", habilita algunas dudas sobre su entidad como tal. Fueron esas dudas las que despertaron mi interés por la jornada del 23 de Agosto. 


UNA SÍNTESIS ABSOLUTA Y BRILLANTE


La presentación de la jornada estuvo a cargo del Ingeniero Santiago Tito, Presidente de la Fundación Criteria, quien en cuatro palabras y un signo, dejó en claro que en rigor de verdad el tema de la jornada no sería la seguridad, en ninguna de las acepciones en que la conocemos, sino de algo por encima de la seguridad y hacia lo que debe estar orientada y contribuir la seguridad: la dignidad.  

"Seguridad Humana = Dignidad Humana", sostuvo Tito. Una síntesis absoluta y brillante, como pocas veces he visto que alguien sea capaz de formular. No sé si la frase es autoría del propio Ing. Tito o tomada de algún otro, pues no he estudiado con profundidad académica el concepto de "seguridad humana" como para discernirlo; pero en cualquier caso por creación o elección, fue un acierto rotundo. 

De hecho, es tan acertada que si uno toma la resolución 66/290 de las Naciones Unidas y reemplaza en ella cada vez que aparece la expresión "seguridad humana" por "dignidad humana", todas las dudas conceptuales desaparecen y adquieren verdadero significado. Por ejemplo, lo que carece de sentido y lógica al afirmar: "El concepto de seguridad humana es distinto de la responsabilidad de proteger y su aplicación", cobra dimensión si decimos "El concepto de dignidad humana es distinto de la responsabilidad de proteger y su aplicación".

En todas las exposiciones que, pese a algunos cambios de ejecución, se fueron ejecutando conforme al programa estipulado durante la jornada, esa simple observación de Tito permitía comprender de qué se estaba hablando. 

Así, cuando el representante residente del Programa de Naciones Unidas en Argentina, René Mauricio Valdés, habló sobre desarrollo sostenible desde los 17 puntos de la Agenda 2030, afirmando que detrás de cada objetivo hay metas apuntando al mediano y largo plazo, y que las mismas contribuían al corto plazo, a la coyuntura, cumpliendo una función de brújula, estaba claro que el objetivo perseguido con lo que se llama "seguridad humana" es exactamente la dignidad humana. Que es también la finalidad perseguida por la Encíclica "Laudato si" del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa común; tal cual señaló Valdés, coincidente con la Agenda 2030 para el resguardo del planeta. 


RIESGO DE BUROCRACIA ORWELLIANA


De todos los expositores, quien más me preocupó fue el Dr. Justino Bertotto, Director de la Maestría en Estrategia y Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra y Vicepresidente del Centro de Estudios Estratégicos en Seguridad Humana de la Universidad de Morón. Sostuvo Bertotto que el concepto de seguridad había evolucionado a través de distintos paradigmas: seguridad ciudadana, seguridad pública, seguridad democrática y seguridad humana, para señalar luego que de todos esos paradigmas el último ofrecía la ventaja de ser el menos ideológico. 

Me hizo ruido esa afirmación, porque creo que si se habla de dignidad humana el contenido ideológico es inevitable y necesario. Buena parte del  mundo se encuentra bajo dominio de regímenes cuya ideología es la negación de la dignidad humana, no entiendo entonces cómo podría ser una ventaja que el supuesto paradigma de la "seguridad humana" tenga bajo contenido de ideología. 

Dada la gran cantidad de expositores para un tiempo limitado, la organización del evento -con buen criterio- no habilitó al público un espacio de preguntas. Por ende no pude pedirle a Bertotto una mayor exposición y precisión sobre las ventajas que atribuía al paradigma de la seguridad humana por ser el menos ideológico.  

Pero esa curiosidad, que surgió al escucharlo hacer tal afirmación, se convirtió en alarma al momento en que propuso la creación de una "Secretaría de Seguridad Humana" dentro del Estado Nacional. Inmediatamente pensé en 1984 de Orwell y lo que significaría allí una Secretaría de Seguridad Humana... Como si nuestro país que tiene ya 20 ministerios, pudiera precisar otra nueva secretaría, ampliando su estructura burocrática con alcances de coordinación sobre las distintas áreas de gobierno que podrían estar relacionadas a la vaguedad difusa e incontenible de la "seguridad humana", lo que la convertiría en una especie de dependencia con interés en todo, que es siempre lo más parecido a la inutilidad absoluta. 

La dignidad humana, pensé entonces y escribo ahora, no requiere por parte del Estado un funcionario o una estructura específica, sino que es algo a lo que debe estar orientado el Estado mismo y cada uno de sus funcionarios desde sus distintas incumbencias específicas. Algunos intereses se cuidan mejor desde la presencia difusa y no concentrando tal responsabilidad en un ente que termina haciendo que el resto de los funcionarios deleguen y olviden ahí parte del que debe ser su compromiso de servir. Para ejemplificar lo que significa burocracia orwelliana, ahí tenemos ese nocivo mamarracho llamado INADI, por cuya lisa y llana supresión me he manifestado reiteradamente; y vuelvo a hacerlo siempre que se presenta la oportunidad. 

El resto de las exposiciones sostuvieron en continuado el interés del encuentro hasta el momento del cierre, afianzando esa síntesis con que el Ingeniero Tito abrió la jornada. Porque ya sean académicos, representantes del sector público o privado, cuando refirieron historias lo hicieron señalando la dignidad humana. La dignidad que confiere el trabajo, el hábitat saludable, un hogar bien constituido, un marco institucional que permita la realización de los proyectos personales, etc, etc, etc. 

Que el cierre estuviera reservado a la proyección de dos videos del Padre Opeka, vino pues a confirmar que el eje conceptual de la jornada, más allá del título, era muy concretamente la dignidad humana.


CONCLUSIÓN


El concepto de "Seguridad Humana" no me resulta convincente y tampoco novedoso más allá de la ambiciosa etiqueta; puesto que, una vez discernido que hablamos de "dignidad humana", la subordinación específica y coadyuvante de la seguridad a ese fin es evidente en cualquier sociedad abierta organizada sobre valores occidentales. Incluso en países de rumbo extraviado, como el nuestro; que aún coqueteando durante doce años con el totalitarismo, preservó formalmente la definición de su Seguridad Interior como ese estado de hecho en el que se encuentra garantizado el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional (Ley 24.059, promulgada el 06ENE92). 

Y la dignidad humana, en su máxima consideración, hace a la esencia misma de nuestra Constitución Nacional. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Un liberal que no habla de economía. 


LA SONRISA DE JAMES COBURN

LA SONRISA DE JAMES COBURN