viernes, 20 de marzo de 2020

FLORENCIA KIRCHNER, LA MEDICINA CUBANA COMO TAPADERA




Leer el Granma, órgano de propaganda de la dictadura castrista, es en ocasiones sumamente divertido. 

Por caso, la nota que dedica a la vuelta al país de Cristina Fernández dando la versión oficial del motivo por el cual viajó a la isla. Entre los posteos en Twitter de la vicepresidente y el artículo del diario del Comité Central del Partido Comunista Cubano se busca vender otro éxito de la medicina cubana; la misma medicina denunciada como un fraude por Hilda Molina y utilizada como tapadera para operaciones de infiltración castrista en distintos países de la región, incluyendo (ostensiblemente) a la Argentina a través de la "Propuesta Tatú".

Y esa versión oficial de la historieta habla de una pobre joven que, enfermando a causa de ser víctima de la persecución mediática y judicial en la Argentina, fue salvada según el cuento de Cristina Fernández por "esta Cuba solidaria, castigada por los poderosos pero digna y altiva". 

El elogio de la dictadura que hace más de medio siglo oprime a los cubanos cercenando todas sus libertades, es más que elocuente para entender que el kirchnerismo es la fase final de la infiltración comunista al peronismo. Y sigue al agradecer a la tiranía "que le tendió su mano a mi hija sin especulaciones y que la cuidó y protegió cuando la feroz persecución mediática y judicial dañó severamente su salud".

Luego hay otra cuestión que es la importante capacidad médica de la Argentina, lo que resta credibilidad a la vicepresidente Fernández cuando ensalza: "esa Cuba de médicos y médicas que ejercen su vocación con compromiso, con un criterio profundamente humanista y que con diagnóstico preciso, por primera vez, le brindaron a Flor las herramientas que necesitan aquellos y aquellas que han perdido su salud". Nuestros médicos, a juicio de quien gobernó el país 8 años, no están a la altura de las dolencias que el supuesto "lawfare" causó a su hija. 

Ahora bien, la versión oficial será repetida hasta el cansancio. Omitiendo que en el contexto de restricciones mundiales por la pandemia del coronavirus, la vuelta al país de Florencia Kirchner confirma que Cristina Fernández no viajó a Cuba por motivos particulares: No es una niña la que recibió el alta para que la tenga que ir a buscar la madre...

Finalmente, vuelve a mentir Cristina Fernández cuando afirma que Cuba no es un país de riesgo (ya tiene un muerto y varios casos confirmados). El riesgo existe en Cuba porque, si bien la tiranía cubana impide escapar a su población del "paraíso socialista", es un destino turístico en el que los extranjeros disfrutan la esclavitud de los nativos. Eso sí, Cristina Fernández yendo y viniendo dice querer mucho a los argentinos y nos recomienda cuidarnos respetando el aislamiento preventivo. Otra joya de su cinismo político. 



Cristina Fernández fue a Cuba para recibir instrucciones de contingencia, porque la suma de Covid-19, crisis económica y gobernabilidad exige ajustes al desarrollo del plan de gobierno. Ah, sí. No se sorprenda al leer: aunque no lo parezca el gobierno de Alberto de la Fernández sigue un plan. Y el plan, diseñado en La Habana, es Argenzuela. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

jueves, 19 de marzo de 2020

¿QUÉ HACE LA VICEPRESIDENTE CRISTINA FERNÁNDEZ EN CUBA?



El 9 de Marzo de 2020, el ministro de Salud Ginés González García declaró con gesto sorprendido: "Pensé que el coronavirus llegaría más tarde". 

El 11 de Marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió a la infección causada por el coronavirus como una pandemia, instando al obrar responsable de gobiernos de todo el orbe. 

No obstante ello, unos días luego, el lunes 16 de Marzo, la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner viajó a Cuba, bajo pretexto de visitar a su hija; quien supuestamente sigue allí un tratamiento médico que la mantiene a salvo de presentarse ante los tribunales argentinos. Y por los posteos que "la nena" realiza en redes sociales, en particular ese del paseo con pañuelo verde abortista en un auto de museo (de los que desde la época de Batista siguen rodando para disfrute de los turistas), Florencia Kirchner no evidencia estar guardando cama ni situación alguna que pueda justificar el viaje de su madre.


Cristina Fernández tiene 67 años y eso la incluye entre el grupo de riesgo más afectado por la enfermedad que, al menos hasta ahora, son los gerontes, a lo que hay que sumar el riesgo que representa haber sido operada de cáncer de tiroides y padecer patologías psiquiátricas (trastorno bipolar). 

Ese mismo día en que la Vicepresidente voló a La Habana, el Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista Cubano, informaba que "Cuba realiza vigilancia epidemiológica por 14 días al 100% de los viajeros".  Lo cual, aplicaría también a Cristina Fernández; si su visita a la tiranía comunista fuera, como se informa, una cuestión meramente familiar. Algo que resulta dudoso. 

Y las dudas están dadas por el contexto. Hay que decirlo, resulta extraño que alguien que por su  posición política no podía desconocer lo que venía pasando en el mundo, y formando parte de un grupo de riesgo decida viajar a visitar a un enfermo acarreando mayores riesgos para la salud de ambos.

Luego, en la madrugada del 18 de marzo falleció en Cuba por causa del Covid-19 un paciente de 61 años y origen italiano que se encontraba internado en el Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kouri”, lo cual confirmó a Cuba en el mapa de la mortandad. Ante ese suceso, la dictadura comenzó a analizar médidas de control fronterizo más estrictas, aunque todavía, pese a ser una isla y mantener a su población cautiva, no se ha dispuesto el cierre de fronteras. 

Ahora bien, ¿qué hace la vicepresidente Cristina Fernández en Cuba? La versión oficial es naif, que visita a su hija enferma. La versión de los fanáticos kirchneristas más delirantes es que está en Cuba para traer la vacuna que científicos cubanos desarrollan junto a los chinos, o sea: nada más y nada menos para salvar a la Argentina del coronavirus. Por el contrario, algunos antikirchneristas argumentan que viajó a Cuba para "borrarse" y no estar aquí cuando todo estalle por los aires. Pero nada de eso resulta creíble.

Entonces, ¿qué hace la vicepresidente Cristina Fernández en Cuba? 

Pues bien, en mi opinión, no está allí por razones personales sino por razones de Estado definidas por los cubanos: está recibiendo instrucciones para incrementar el sometimiento de la Argentina a la dictadura castrista. 

Comprendo que sobrarán los escépticos que dirán que no, que exagero y que esto tampoco resulta creíble, pero los alineamientos políticos trabajosamente construidos no se deshacen de buenas a primeras, ni siquiera por una peste global, mucho menos las operaciones de infiltración y copamiento planificadas con criterios heredados de la KGB y ejecutadas con paciencia constante.


Hace años se observa a simple vista que el kirchnerismo continúa por la vía política el camino que, por la vía armada del terrorismo, transitaban organizaciones como Montoneros y ERP. Cuba, vencida en el monte de Tucumán y en cada calle de la República Argentina donde la guerra revolucionaria apareció y desapareció, se esforzó mucho tras el colapso de la URSS por armar el Caballo de Troya del kirchnerismo que le permita someter a la Argentina y parasitar de sus recursos como con Venezuela. 

Cristina Fernández no ha viajado por gusto a Cuba, aunque le guste. Ni por instinto maternal, aunque lo tenga. Ni para buscar una vacuna, aunque existiera. Ni para preservarse del desastre, aunque se preserve. 

Si Cristina Fernández de Kirchner, está en Cuba es porque durante la crisis debe estar presente en el puente de mando. Y el mando, el poder de decisión real sobre la Argentina, no está en la Casa Rosada sino en el "Palacio de la Revolución". 

Alberto de la Fernández es un títere. Tan irrelevante, que a todos los que presumen que se están haciendo las cosas bien y con ánimo chicanero preguntan cómo hubiera manejado la crisis del coronavirus el gobierno anterior, les respondo: 
- Exactamente igual a como la casta política lo está llevando ahora. Mauricio Macri o  Alberto Fernández no hacen diferencia. Para el caso son lo mismo. 
Mientras tanto Cristina Fernández sigue en Cuba y desde allí gobierna, porque el plan de gobierno sigue siendo el mismo que era: Argenzuela.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía. 





viernes, 13 de marzo de 2020

CORONAVIRUS: SERGIO BERNI MERECE SER ECHADO



De por sí una situación de epidemia genera miedo y confusión, dos cosas que pueden complicar todavía más el cuadro y derivar en barbarie.

Especialmente en un país como Argentina, dañado en sus instituciones, degradado en su cultura y con miseria intelectual. 

Tanto la Constitución Nacional como el Código Penal y otras leyes, contemplan distintas contingencias previendo eventuales crisis desde el punto de vista de la seguridad, porque es esencial para el Estado y el orden de la Libertad conservar el monopolio de la violencia.

Así, para casos de conmoción interior, el Art. 23 del texto constitucional prevé el estado de sitio con la suspensión de las garantías constitucionales. 

Es un recurso extremo que habla de la conciencia de realidad y claro pragmatismo de los constituyentes.

Sin llegar a ese extremo de excepción, el Código Penal en su Capítulo IV "Delitos contra la salud pública" contempla la posibilidad de una epidemia a través de dos artículos que es necesario se tengan presentes en esta coyuntura. Tanto por autoridades como habitantes del país.

Art 202: "Será reprimido con reclusión o prisión de tres a quince años, el que propagare una enfermedad peligrosa y contagiosa para las personas".

Y luego, consecuentemente, se contempla con toda lógica una norma penal en blanco para garantizar se acate la prevención:

Art 205: "Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes, para impedir la introducción o propagación de una epidemia".

Nótese que para tipificar la conducta remite a otra norma, que puede no ser una ley.

Una población acostumbrada al cumplimiento de la ley y consustanciada con sus instituciones desarrolla respeto por la autoridad desde un fuerte sentimiento de pertenencia (Japón, por ejemplo), lo que le confiere disciplina para atravesar "malos momentos".

Eso, a todas luces y con sobrada evidencia no es el caso argentino. 

Tanto no lo es, que Sergio Berni, el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, siente que es facultativo de él decidir a quién perseguirá la fuerza policial o no.


Es vicio muy común de los funcionarios argentinos tomarse atribuciones que la ley no les confiere. 

Pero en este preciso contexto ese vicio no puede ser aceptado, por lo que es inadmisible que Sergio Berni siga ocupando ese cargo y agravando el riesgo para la seguridad interior. Para mayor gravedad en sus dichos, Sergio Berni es médico...

En este acaso además, queda en evidencia el doble discurso, porque en esta imagen el ministro Berni proyecta otra filosofía: 


Cabe advertir que esto recién empieza y los finales respecto a la propagación del Covid-19 están abiertos. Podemos suponer y desear que los hechos evolucionarán positivamente porque todos nos comportaremos civilizadamente.

Pero pregunto: ¿acaso todos los días somos una sociedad civilizada, legalista, disciplinada, solidaria? No. No lo somos.

Ser estrictos en cumplir y hacer cumplir las medidas que se vayan indicando para detener el contagio es clave para superar la emergencia. 

Y no nos engañemos queriendo pensar que todos harán lo correcto por las buenas. No va a ser así.

Garantizar la seguridad interior es vital para mantener la crisis del coronavirus enfocada en su faceta médica, especialmente cuando estamos en un proceso sin plazo y de evolución incierta con muchos factores variables.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía. 






LA SONRISA DE JAMES COBURN

LA SONRISA DE JAMES COBURN