lunes, 6 de diciembre de 2021

SEGURIDAD Y RESPONSABILIDAD PERIODISTICA, UNA CRÍTICA A GUSTAVO CARABAJAL Y "TATO" YOUNG



Me tomo un té y durante esos cinco minutos, en LN+, Gustavo Carabajal y Gerardo "Tato" Young tienen este diálogo:

C- Muchos policías disparan primero y preguntan después. Disparan por el aspecto.
Y- O sea, como en una época te desaparecían por el pelo largo, ahora te matan por usar gorrita.
C- Exactamente.

¿De verdad son muchos los policías que disparan primero y preguntan después? No. Son la excepción y no la regla.

Pero Carabajal afirmó que "hay mucha, y no digo toda, pero hay un sector importante en las policías" que obra así.

Lo que dice además de falso es irresponsable.

Si bien es obvio que casos como el de Lucas González dañan la fe pública que debe representar la función policial, la respuesta frente a ello no puede ser estigmatizar a toda la policía (y es lo que se hace cuando se dice que "un sector importante" -no esporádico ni minoritario- dispara contra personas cuyo aspecto no les agrada) contribuyendo a restarle la poca autoridad que (por razones políticas y otras) hoy conservan.

No hacen periodismo los que, desde el vicio sensacionalista, presentan sus opiniones como si fueran hechos reputados ciertos. 

No es ético alimentar con falacias al descrédito de las instituciones de la República, de las que las policías forman parte.

Argentina tiene serios problemas en materia de Seguridad, y el principal de ellos es el gobierno, en ese contexto de decadencia institucional y subversión del orden constitucional que ejecuta el kirchnerismo las instituciones policiales vienen siendo apaleadas hace años.

Recomponer las instituciones requiere conciencia cívica y en ello el rol del periodismo debe ser responsable. Y por responsable no digo complaciente ni falto de crítica; digo ajustado a los hechos y no a los relatos ideológicos.

Dejar que la verdad sea pisoteada por el relato, es lo que hizo Tato Young al decir; "te desaparecían por el pelo largo".

No Tato. El "coiffeur de seccional" -como en la canción de Miguel Cantilo- existió, pero nadie desapareció por pelo largo. Se desaparecía por involucramiento con organizaciones terroristas. 

En una sociedad tan herida en su cultura e identidad, socavada por mentiras como la de los 30.000 desaparecidos, el peridodista debe elegir serlo y aferrarse a la verdad para decir que 2+2=4, como enseñó Orwell.

Apelo a la honestidad de Gustavo Carabajal y Tato Young para que hagan su autocrítica.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

jueves, 2 de diciembre de 2021

NI LAS BESTIAS NI LA BARBARIE: CIVILIZACIÓN SIEMPRE.




Entiendo que haya quienes se alegren porque dos presas hayan sido golpeadas por otras presas y crean ver "justicia" en ello.

Pero esa "alegría" es fruto del desastre generalizado en que vivimos desde hace décadas. 

Sólo demuestra tal decadencia que todo, hasta la ilusión de la Justicia, queda en manos de delincuentes.

Yo no celebro el dominio de la barbarie ni aunque caiga sobre bestias. 

Yo quiero que Argentina vuelva a ser un país civilizado donde rija suprema la Constitución Nacional para que las instituciones tengan razón de ser y los funcionarios sentido del deber. 

No quiero esta decadencia absoluta en que la indefensión de los honrados lleva a la ciudadanía a celebrar lo que unos criminales hacen con otros criminales.

No es esa la Justicia ni la paz pensada por los magnos constituyentes de 1853/60 para la Nación Argentina.

Mientras esta decadencia sea la corriente no esperen de mí otra cosa que ir contra la corriente.


Y digo: En Argentina el Poder Judicial degradó a Poder Prevaricador. Aquí se condenó violentando la Constitución Nacional y sin mirar evidencia a vencedores del terrorismo castrista. Discutir la pena de muerte o cualquier otra en este contexto, por muy desagradable que sea el crimen y los criminales, es irrisorio. ¿Para qué? ¿Para darle más poder a quienes subvierten la República? Sería suicida.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

 


LA SONRISA DE JAMES COBURN

LA SONRISA DE JAMES COBURN