Como muchas veces he contado siempre llevo conmigo alguna nariz de payaso. Antes de ayer noté que en el cajón de mi escritorio donde las guardo no había ninguna. Pasé un largo rato buscando aquí y allá pero nada. Empecé a recordar que había ido regalando narices antes del inicio de la cuarentena pero estaba seguro que no podía haber regalado todas.
Justo ayer, ante algunos comentarios de amigos que usan la expresión "payaso" como agravio escribí varias veces, objetando esa práctica. Y les decía que "payaso" no debe usarse como insulto porque es una muy noble y leal profesión.
Así las cosas tenía muy presente el tema ayer a la noche y cuando me vestía para salir de casa a una reunión con amigos, buscando qué ropa ponerme desacomodé las perchas y una se cayó. Al tomarla para volverla a colgar, del bolsillo del pantalón en ella cayó a mi mano una naríz de payaso.
Me alegró muchísimo. Soy muy feliz con esas pequeñas cosas y lo comenté luego en la reunión.
Hoy veo que el infame gobierno de Alberto de la Fernández, que surgido de iure ha perdido toda legitimidad al imponer un irracional, desprolijo y sobre todo inconstitucional estado de sitio de facto,(que sólo sirve para facilitar el proyecto totalitario de corrupción estructural del castrismo) anuncia los muertos con Covid, lo que no es ni remotamente debe ser un acto para niños, con presencia de una payasa y funcionarios haciendo payasadas.
Indigna que no respeten la Constitución Nacional, pero es una indignidad a la que ya estamos acostumbrados. Así vivimos. Que nos gobiernen como a idiotas tampoco es una novedad, ocurre hace rato y en esto no quiero ser complaciente: algo debemos estar haciendo mal. Lo digo por mí antes que por nadie más.
Ahora y como para demostrar que la indignidad que se tolera trae más indignidad, el gobierno tampoco respeta a la muy noble y digna profesión de Payaso. Los payasos son algo bueno, lo opuesto de un gobierno que subvirtiendo el orden constitucional es la encarnación del mal. Del mal absoluto que es el totalitarismo.
El circo es (o era) una experiencia maravillosa de inocente felicidad, pero cuando un gobierno finge ser un circo un día con la mala copia de los tres chiflados, otro con Tontín y al final con una Firuleta fuera de lugar y sin gracia con funcionarios de menos gracia todavía, de la inocencia y la felicidad no queda nada.
Y no es culpa de ningún payaso: Este gobierno infame es enemigo del bien y todo lo bueno que toca lo ensucia o destruye.
Puede parecer que nos gobiernan como a niños, pero nadie se equivoque: nos gobiernan como a idiotas.
MAL PASO DE PAYASO
Intenté ser un payaso, hacerte sonreír.
A mal tiempo buena cara, que el show debe seguir.
Y no hay forma de ocultar la tristeza del país:
mis ojos me traicionan detrás de la nariz.
¡Pero qué fracaso este payaso!
En vez de dar unas risas
quedó colgada y tan hueca
la mueca de una sonrisa
ya ves, me diste un abrazo
y me dijiste, despacio,
“No me llores, mi payaso”.
Y yo que iba por tus risas
sequé mis lágrimas en la brisa
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
¡Un Payaso!