El escenario político argentino, como el país mismo, no puede leerse en forma lineal. Sería bueno que así fuera, pero la estricta coherencia se perdió hace mucho tiempo.
Alejandro Bongiovanni en Visión Liberal publica la nota que titula: "Olmedo: una opción para quienes se autoperciben liberales", la cual merece algunas reflexiones.
Desde el título nos dice el autor que están los liberales y los que nos percibimos tales pero apoyamos a Olmedo, a los que finalmente nos invita a salir del clóset para que nos asumamos como "nacionalistas cristianos". Con criterio paradojal podría contestar que hay liberales y liberales de fundación, y que estos últimos a lo mejor son una de las razones por las que el liberalismo luego de la UCEDE no tiene un partido político que le de representación, es decir no hay nada más encerrado en su clóset que algunos liberales de fundación. Así que agradezco la invitación para salir del clóset, pero este liberal no es de fundación y por ende nunca estuvo en ese clóset, soy un peregrino: lo mío es el camino.
En cuanto al análisis de los proyectos presentados por Alfredo Olmedo como diputado, sólo tienen un valor anecdótico a partir del Proyecto Olmedo Presidente.
Y ello es así porque hace a la realidad política argentina entender que no existen candidatos ideales, todos los nuestros -todos- tienen más fallas que virtudes, pues nuestra sociedad, dañada en lo institucional, degradada en lo cultural y con marcada merma intelectal, tiene a esta altura de la historia más fallas que virtudes.
Entonces, por tan simple razón, lo importante es cuál de esas pocas virtudes vamos a privilegiar al momento de elegir entre los candidatos reales.
Para dejarlo en claro: Si pudiera elegir el candidato ideal estaría votando para Presidente, por ejemplo, un perfil similar al que en los Estados Unidos representaba desde el Partido Republicano John Mc Cain.
Sí, me encantaría poder votar en Argentina al que sería mi candidato ideal: un héroe de guerra, exitoso en la empresa privada, eficiente en la gestión pública, republicano, austero, comprometido con la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional y los valores fundantes de la Nación Argentina.
Pero, ¿saben qué? Papá Noel no me lo dejó en el arbolito...
Claro, todavía quedan los Reyes Magos. Un poco de pasto y agua, por ahí me lo dejan en los zapatos, o mejor dicho: en mis viejos borcegos que todavía guardo.
Tampoco descarto dar con la Lámpara de Aladino. Ahora bien, aunque soy el que escribió "Adiós Manuela, adiós", por lo cual entiendo el placer de frotar la imaginación, la política argentina está muy lejos de Mayo del 68 para postular llevar la imaginación al poder.
La realidad es como es; "la única verdad", decía el General.
Del centro a la Derecha nadie va a votar a la izquierda, que incluye al kirchnerismo como totalitaristas comunistas mal disfrazados de peronistas. Y CAMBIEMOS hace un esfuerzo tan grande por evitar el cambio que votamos en 2015 como grande es su esfuerzo por ungir el progresismo en nueva religión oficial. Por fuera del mal absoluto y sus variantes progresistas, nos quedan reducidas opciones, algún peronismo de nueva reconversión aún no del todo definido (que podría ser Urtubey), José Luis Espert y Alfredo Olmedo.
Podría decir al respecto que apoyo al Proyecto Olmedo Presidente porque el espacio político en el cual milito, desde el Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires, ENCENDER (Encuentro de Centro Derecha) así lo ha decidido. Y esa es una buena razón, pero no la única.
Las razones de íntima convicción por las que adhiero al Proyecto Olmedo Presidente son positivas, esto significa que no es por descarte, ni mucho menos por descalificar a Urtubey, a Espert o a quienes voten por ellos. Al contrario, veo eventuales aliados en esa intención de cambio a lo presente.
Alfredo Olmedo, como candidato posible, representa la batalla frontal contra el progresismo cultural y sin dar ese buen combate es imposible que Argentina recupere algo de racionalidad. Esa es la virtud que estimo debe privilegiarse.
Ningún otro candidato ha tenido el coraje de afirmar que los años de plomo fueron una guerra y obrar en consecuencia, como lo hizo Alfredo Olmedo siendo el único que votó contra la negación del 2x1 a nuestros presos políticos.
Y aquí es donde mi corazón liberal, que aborrece a Martínez de Hoz por su tablita y por no haber privatizado nada, guarda gratitud para con los hombres y mujeres que venciendo al terrorismo castrista me evitaron vivir y morir bajo una eterna dictadura comunista. He dicho muchas veces que puedo cuestionar los métodos, pero no voy a renegar de la victoria. Mi Libertad es agradecida y tiene memoria. Cuba sigue siendo la misma dictadura de entonces, y si no me creen consulten con Armando Ribas.
Alfredo Olmedo también tuvo el valor de votar en contra de la Ley Micaela, un instrumento de adoctrinamiento progresista que dará lugar a un gran negociado de capacitaciones compulsivas, sin margen para cuestionar, objetar ni refutar. O sea. Olmedo es el único que votó por la Libertad de pensar.
Y Olmedo también votó en contra del aborto indiscriminado. Sus razones para oponerse al aborto son en parte distintas a las mías. Él es evangélico, yo soy ateo. Mi argumento es estrictamente liberal: El peor ataque a la Libertad es convencer a las personas que pueden tomar cualquier decisión sin asumir la responsabilidad de sus propios actos.
Hay algunos liberales que, como buenos "progres" olvidan la parte de la responsabilidad, y además justifican el aborto indiscriminado con argumentos que contradicen tanto la supremacía de la Constitución Nacional, como comprobaciones científicas. Además, obviamente, no captan que ciertas cuestiones deben resistirse porque no se pueden abrir a debate en los términos de la izquierda.
Mi diferencia con esos liberales, es que nunca uso el "liberalómetro", es decir no me arrogo la potestad de decir quién es liberal y quién no. Tampoco descalifico llamando al que disiente conmigo "mononeuronal", "tipejo", "simio", "subnormal" y un largo etcétera de etiquetas denigrantes que me recuerdan mucho agravios prodigados durante el régimen por fanáticos kirchneristas. Ofender a otros pretendiendo dar fe de las propias convicciones nunca ha sido lo mío.
Tengo el orgullo (y voy a jactarme de ello) de ser aquel sobre quien escribió Agustín Laje: "La derecha renegada prefiere esconderse en esas etiquetas precisas para el mundo académico, pero nada entendibles para la arena política y el gran público (liberales, conservadores, nacionalistas, libertarios, randianos, tradicionalistas, y un etcétera espeso). Ariel, en cambio, probablemente sabiéndose una síntesis de varias corrientes, tiene la valentía del que asume lo que es, moleste a quien moleste: un hombre de derecha o, como él firma, 'la pluma de la derecha'”.
Como liberal siempre he tendido puentes y lo seguiré haciendo. La razón es simple, soy la clase de liberal al que no le bastaría vivir en un país de libertades, necesito una Patria de Libertad. Y ese, a pesar de los riesgos y tropiezos, es mi camino.
Y los que estén en el camino, ¡bienvenidos al tren!.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.