domingo, 4 de febrero de 2024

Y, TAL VEZ, SE PIENSE EL FUTBOL EN FUNCIÓN DE LA SEGURIDAD INTERIOR.




El fútbol no solamente es el deporte de mayor relevancia en la República Argentina, también es un problema para la Seguridad Interior.

Lamentablemente, en el colorido de las tribunas, entre alguno que otro cántico de aliento a tal o cual equipo, el delito en todas sus variantes encuentra mano de obra para los distintos eslabones de la cadena criminal que va del lumpenaje al guante blanco. El delito pide y el fútbol aporta.

No escapa a nadie que alrededor del fútbol hay negocios ilícitos que van de la venta de un porro a la evasión impositiva y que tanto el narco como la política han dejado correr sangre para el aguante de los trapos, ya que en esa barbarie miden lealtades y compromisos.

Entendiendo que la Seguridad Interior consiste en garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional, va de suyo que en esencia siempre se requiere una comprensión cultural de los conflictos planteados.

Así, el llamado "folclore del fútbol" se ha convertido en una contracultura que es preciso exterminar. Mientras subsista esa contracultura, alimentada por la imbecilidad de pobres tipos que por toda identificación primaria tienen ser hincha de un club de fútbol, como modo de disimular hondas falencias, la sociedad argentina seguirá padeciendo las manifestaciones violentas de una intolerancia irracional que lejos de quedar contenida en los estadios desborda a las calles con la pretensión de enseñorearse del territorio y condicionar a los vecinos. 

Frente a este cuadro debe promoverse un cambio cultural de máxima que eliminando el nefasto "folclore del fútbol", devuelva al deporte su condición de espectáculo al que pueda asistirse en condición de local o visitante sin separar a unos de otros. 

Los cómplices de siempre dirán que alcanzar ese comportamiento civilizado no es posible, sin embargo lo vemos posible en los mismísimos mundiales de fútbol, donde comparten plateas los hinchas de equipos rivales. Llevará tiempo y encontrará resistencia, pero es vital quitarle al crimen organizado esa logística. 

El régimen kirchnerista prestó cobijo a todas las organizaciones criminales montadas en torno al fútbol, llegando a darles entidad institucional a las barrabravas. Durante el interregno macrista ello tuvo un freno pero no se plantearon objetivos de profundidad cultural. 

El gobierno del Presidente Javier Milei, dada su conformación a partir de las necesidades que impuso el balotaje, ha vuelto a colocar en el Ministerio de Seguridad de la Nación a Patricia Bullrich, quien subestimando la importancia del fútbol para la Seguridad Interior designó como Director de Seguridad en Eventos Deportivos de la Nación a Franco Berlín, a cuya falta de idoneidad para el cargo me he referido en otra nota (PATRICIA BULLRICH REPUDIA LA IDONEIDAD Y ATENTA CONTRA SÍ MISMA).

Y, tal vez, la combinación de una política indefinida, sin objetivos de cambio pautados a corto, mediano y largo plazo, con la designación de alguien carente de prestigio para los actores de la problemática, es por sí una mala señal. 

Y, tal vez, algunos de esos actores problemáticos que no distinguen jurisdicciones ni funciones delegadas lo hayan percibido como un indicador de descontrol.

Entonces, en Córdoba aparece un impresentable anunciando descaradamente a través de un video que va a recurrir a la violencia para recuperar el mando de la hinchada de Belgrano.

Pero mientras ese fulano amenaza, ocurre un homicidio en una tribuna de Chacarita por otra pelea entre facciones y el partido se sigue jugando (recordemos que se han suspendido partidos de fútbol por cánticos racistas, pero parece que un muerto no es para tanto)

Y, tal vez, esa designación a nivel nacional tampoco represente nada para autoridades provinciales. Porque no es lo mismo recibir el llamado de alguien con peso propio que de un novel funcionario nacional al que nadie respeta. 

Y, tal vez, esa sea la realidad mal que le pese a quienes quieren justificar su nombramiento. 

Y, tal vez, además de obsecuentes tenga la ministro Bullrich en su equipo voces leales y sensatas (creo que las tiene) que no dejen de criticar sus errores por miedo a perder cargo.

Y, tal vez, surja por ahí un Parte de Inteligencia analizando la probable evolución de la conflictividad alrededor del fútbol, en el que la reunión de información sugiera que al contexto político, social y criminal que plantea el presente puedan repetirse actos de barbarie. Tal vez.

Y, tal vez, la ministro Bullrich en el caso de leer bajo la lámpara de su escritorio ese Parte de Inteligencia, se permita comprender que los cargos que se reparten como favores políticos son malas señales que otros leen interesadamente. Aunque parezcan analfabetos.

Y, tal vez, entendiendo que corregir un error nunca es señal de debilidad, la ministro Bullrich afirme su fortaleza resguardando al joven Berlín de modo que en pocos años pueda concluir sus estudios adquiriendo experiencia en funciones menos expuestas para no quemarlo prematuramente. 

Y, tal vez, designe en su lugar a algún especialista en seguridad de eventos masivos cuyo nombre preocupe a los que operan contra el fútbol como un sano deporte y aliente a los decentes.

Y, tal vez, entonces los logros de la ministro Bullrich, como garantizar el normal funcionamiento del Congreso de la Nación impidiendo que la izquierda repita su aquelarre lapidario, no se vean empañados por errores no forzados. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.




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