Se cumplió un nuevo aniversario de la Batalla de Curupaytí, 22 de Septiembre de 1866, durante la Guerra del Paraguay.
Allí cayó el bravo Capitán Domingo Fidel Sarmiento, el mismo día en que escribiera a su madre una carta en la que decía que morir por la Patria es vivir por siempre.
Este 22 de Septiembre propuse pasar por el cementerio de la Recoleta y dejar dos flores: una en la tumba del Capitán Sarmiento y la otra en el Panteón de los Guerreros del Paraguay.
No se trató de un homenaje público, un acto, discursos. Nada de eso. Se trató de algo íntimo, personal, entre cada uno de los que fuimos a dejar esas dos flores y la historia. Porque al esplendor alcanzado por la Generación del 80, lo precedió el entendimiento de la Patria como algo tan trascendente que, cual dijera el Capitán Domingo Fidel Sarmiento, morir por ella es vivir por siempre.
Los hombres de la generación del 80 fueron los jóvenes que combatieron en la Guerra del Paraguay, soldados profesionales como Julio Argentino Roca, soldados voluntarios como Leandro Alem, unidos por la misma convicción patriótica sintetizada por el bravo Martín Viñales quien, tras ser herido en Curupaytí, dijo al saber que le amputarían un brazo: “Poca cosa, la Patria merece más”.
Hicieron un gran país; y las odiosas comparaciones me ahorran largos párrafos.
¡Honor a los combatientes y Gloria a los caídos!
¡Patria y Libertad!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía
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