viernes, 24 de mayo de 2019

LA FLOR DE LA MONTAÑA

Siempre he creído que morir subiendo una montaña en soledad, echándose a dormir agotado por el frío y el cansancio, sería una forma deseable y bella de morir.

Otros tres muertos en el Everest en medio de impresionantes atascos en la cima del mundo.

Pero no hay romanticismo en llegar a la cima del Everest para terminar muriendo en un embotellamiento de tránsito...

Claro que uno no siempre puede elegir su muerte, se diría que es un privilegio, pero saber vivir debería darnos un buen morir. Alguna vez, reflexionando sobre esa cuestión escribí estos pensamientos en forma de versos que no había titulado, hasta hoy, cuando -por esos resortes extraños de mi cabeza- al leer la noticia recordé una flor de Los Alpes que mis abuelos paternos guardaban en un libro:


LA FLOR DE LA MONTAÑA

Si hay una vida que merece ser vivida,
quizás sea la tuya; más ya no es la mía.
Igual no me quejo, debe haber allá arriba
alguna flor que ninguno antes jamás vio. 
Estoy tan cumplido que voy, la iré a buscar.
Sin decir adiós, es el tiempo de marchar, 
ya hice lo que pude hacer, también lo que no, 
no quiero seguir el largo camino llano, 
donde olvidan hasta sus sombras los ancianos,
prefiero la mochila al hombro y escalar.
Subir a la montaña, para no bajar.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía. 

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