lunes, 27 de julio de 2020

EL USO DEL HAMBRE




El Granma es el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista Cubano. Esa sola definición advierte que no se trata de un medio periodístico. Por ende lo que allí se publica no obedece a la lógica del periodismo sino a la de la propaganda; con todo lo que ello implica cuando se trata de un Estado totalitario dedicado con disciplina soviética a la expansión parasitaria. 

Tal como observó el Premio Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsyn, la agresión exterior constituye la ley obligatoria de todo país comunista, por eso Cuba se inmiscuyó violentamente en los países de América Latina y de África. Quien fuera uno de los más notables disidentes exiliados de la URSS, también advirtió con toda claridad sobre la “peligrosa ilusión que consiste en distinguir entre los comunistas, mejores o peores, más agresivos o más pacíficos. Todos los comunistas son antihumanos; si alguno de ellos parece conducirse con más suavidad es porque aún no es fuerte militarmente”. 

Argentina ha sido blanco de la agresión castrista desde el momento en que la llamada “revolución cubana” se declaró abiertamente comunista. Así las organizaciones terroristas que agredieron a la Nación Argentina en los “años de plomo”, como ERP y Montoneros, fueron dirigidas desde Cuba. Derrotada en el plano militar, la ofensiva castrista se aplicó severamente al campo cultural. El llamado “entrismo”  marxista al peronismo logró materializarse, finalmente, a través del kirchnerismo imponiendo desde los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández -mediante el uso faccioso de los recursos del Estado- un fuerte proceso de falseamiento histórico, desmemoria y adoctrinamiento colectivo contra la identidad nacional. 

El daño institucional, la degradación cultural y la miseria intelectual que exhibe en el presente la Argentina no son meros accidentes, dan cuenta de una democracia saboteada desde 1983, subvertida en términos bastante parecidos a los señalados por el ex KGB Yuri Bezmenov, es decir como una operación de largo plazo ejecutada para socavar las convicciones de Patria y Libertad. Sólo así se explica que hayamos llegado los argentinos a ser tan idiotas como para olvidar la agresión armada, lamentar como víctimas a los terroristas y que, en el colmo de la estupidez, décadas después de la caída del Muro de Berlín parezcamos estar buscando el modo de saltarlo hacia el este. 


En este contexto, cabe recordar muy especialmente esta certera observación de Alexander Solzhenitsyn pronunciada en Harvard, al recibir el grado de Doctor en Letras en 1978: “En el oriente comunista el periodista es designado francamente funcionario estatal”. Y eso son, exactamente, quienes escriben en el Granma: funcionarios de la dictadura castrista, parte de la burocracia, elementos de la nomenklatura. Ahí no hay ejercicio alguno de la libertad de prensa sino estricta aplicación de la razón de Estado.

Ahora bien, cuando una “noticia” aparece publicada en el Granma significa que es de interés para funcionarios y áreas del Estado Cubano. Por supuesto esto no aplica de lleno a generalidades y hechos que, por públicos y notorios, contribuyen a mantener una mínima fachada de prensa. Pero sí para cuestiones muy puntuales que reflejan, en “sucesos” del extranjero los intereses específicos de política exterior cubana y sus operaciones de Inteligencia.

Es el caso entonces de preguntarse cuál es el interés del gobierno cubano para que el Granma haya publicado,  el 23 de Julio de 2020, bajo el título “Disponible en Argentina, registro nacional de comedores y merenderos” una nota referida a la creación del Registro Nacional de Comedores y/o Merenderos Comunitarios de Organizaciones de la Sociedad Civil (Renacom), presentado por el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y la secretaria de Inclusión Social, Laura Alonso, como parte del Plan “Argentina contra el Hambre” lanzado por el presidente Alberto Fernández, cuyo fin proclamado es garantizar la seguridad y soberanía alimentaria, con especial atención en los sectores de mayor vulnerabilidad económica y social.

Argentina, que supo ser considerada el granero del mundo, estableciendo un registro nacional de comedores y merenderos como parte de un plan contra el hambre, es una de esas noticias que dando cuenta de nuestra vergonzosa decadencia bien podría ser publicada por cualquier periódico del mundo. Sin embargo, se hace eco el Partido Comunista Cubano y sin ninguna reflexión sobre la decadencia argentina sino como algo positivo que “permitirá garantizar con mayor eficiencia la seguridad alimentaria en cada territorio”.

La clave para comprender el interés castrista en este asunto es la expresión “soberanía alimentaria”, que no por casualidad surgió a  mediados de la década del 90, cuando el comunismo parecía estar liquidado y sus intelectuales buscaron nuevos sujetos revolucionarios para suplantar la pérdida del proletariado. Había que reemplazar la prédica obrera de tono duro, porque los obreros mostraban estar mucho más a gusto con el confort capitalista que con la épica bolchevique, buscando otros actores que pudieran protagonizar remozados o nuevos conflictos sociales en las sociedades libres. 

La sanata de la soberanía alimentaria buscó preservar la idea de la reforma agraria camuflando en intereses ecologistas y preservación de pequeños productores la negación del mercado y sus libertades, algo que ciertamente se amoldó muy bien a otros experimentos de agitación social como las reivindicaciones aborígenes. En definitiva, el viejo y fracasado comunismo, se disfraza de “soberanía alimentaria” en organizaciones como las Naciones Unidas para a través de la FAO o el PNUD sostener el mito de la planificación estatal como solución a cualquier escasez. 


Es curioso y fácil de advertir que la prédica retrógrada, a contramano de toda evidencia empírica, de ciencia y tecnología, busca maneras romantizadas de ensalzar el atraso porque en el ataque a la racionalidad se fomenta el embrutecimiento que requieren las ideas comunistas para ser una opción. En esto el comunismo tiene una ventaja lógica: Si la brillantez pudiera expandirse a la misma velocidad de la idiotez, los problemas del mundo estarían solucionados o en vías de superarse. Pero no, es tal la propagación de idiotas que lo inteligente, es decir lo de peso cualitativo, se debilita cada día más frente al peso cuantitativo de la estupidez. Para peor de males, el idiota ensalza su idiotez con un proselitismo activo de afirmación idiota.

Para visualizar el punto no hay más que atender a las declaraciones de Alberto Fernández, un sujeto llevado a la más alta jerarquía del gobierno argentino para que, por ejemplo, en plena negociación con acreedores externos declare al Financial Times que no cree en planes económicos. Ese grotesco, tan a contrario de lo que debe ser un estadista,  nos recuerda que cuando Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa publicaron su "Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” la idiotez quedó bien definida como categoría política. El gobierno argentino encuadra perfectamente en esa categorización de servilismo castrista.

El hambre es entendido por los comunistas como un arma de dominación, otra variante en la crueldad del “cuánto peor mejor”. En Argentina es el campo el sector que impide, a fuerza de eficiencia privada para la producción, la posibilidad de una hambruna. Pero además el campo representa todos los valores que el kirchnerismo aborrece: trabajo, honradez, mérito, propiedad, tradición, familia, autonomía; el patriotismo en la sencillez del hacer cotidiano.


Ese estilo de vida es incompatible con el proyecto totalitario de corrupción estructural que ejecuta el kirchnerismo siguiendo lo planificado en La Habana. De allí el odio que propalan sus voceros, como Hebe de Bonafini y Ezequiel Guazzora, instigando a prender fuego los campos, cortar silobolsas o aflojar tuercas a la rueda en la camioneta de un productor. Es un plan criminal de resentimiento comunista para la hambruna, destruir al campo para que toda la población deba mendigar alimentos al Estado y agradecer la protección del gobierno.  Es, además, un extraordinario y obsceno acto de hipocresía causar hambre para sacar provecho de él fingiendo las más variadas lamentaciones. 

Luego que exista el Ministerio de Desarrollo Social de por sí es significativo; y no en un buen sentido. Tampoco lo es que al frente de esa cartera siga Daniel Arroyo, sospechado de corrupción desde el escándalo de los sobreprecios. Ocurre que para el kirchnerismo robar está bien, tanto que la política toda se centra en ello como oposición a la meritocracia, y el Estado presente es la excusa perfecta para ese propósito de tinte orwelliano. En la película “Ay, Juancito”, hay una escena en la que Juan Duarte dice: “no puedo robar aunque quisiera: porque todo es nuestro”. La demencia sifilítica de Juancito revive en cada kirchnerista que dice ir por todo. 

La relación entre comunismo y corrupción es tan complementaria como íntima. De hecho confluyen en una misma práctica de gobierno autista que termina por abortar la posibilidad de cualquier convivencia democrática. No hay diálogo para ninguna persona decente subordinado a una pretendida verdad dogmática indiscutible, aceptando con ella los términos del despojo. Porque tampoco hay sinceridad alguna en las palabras que se dejan caer sobre la mesa, cuando la farsa del discurso de buenas intenciones para los organismos internacionales se va deshilachando en acciones duras de conflictividad local. 

Es lo que deja entrever el Ministerio de Desarrollo Social cuando el 16 de Julio al presentar el Renacom, convocó para el acto virtual a Adolfo Pérez Esquivel; los diputados nacionales Leonardo Grosso, Claudia Bernazza, Juan Carlos Alderete y Pablo Yedlin; los ministros provinciales Andrés Larroque (Buenos Aires), Juan Carlos Massei (Córdoba), Federico Berardo (San Luis), Aníbal Gómez (Formosa), María Pía Chiachio Cavana (Chaco), Verónica Figueroa (Salta), Benilda Dammer (Misiones), Barbara Weinzettel (Santa Cruz), Verónica González (Tierra del Fuego) , Diego Álvarez (La Pampa) y Gabriel Yedlin (Tucumán); las secretarias Alicia Soraire (Abordaje Integral), Erika Roffler (Articulación de Política Social) y el secretario de Economía Social, Emilio Pérsico; como así también representantes del Consejo Nacional Consultivo de Políticas Sociales, el PNUD, Cancillería, Cáritas Argentina, Curas de Opción por los Pobres, ACIERA, FAE, FAIE, Movimiento Evita, Barrios de Pie, MTE, Fetraes, Libres del Sur, Martín Fierro, Tupac, La Dignidad, CTA, CTA Autónoma, FAGRAN, colegios y academias de nutricionistas y la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Universidad de Buenos Aires.

En ese cambalache de personas y organizaciones hay un elevado componente rojo que baila al son de la Embajada de Cuba. Suficiente rojo como para darle la derecha a Nicolás  Márquez cuando subraya que el macartismo es un sano y noble sentimiento.

Téngase presente que Renacom permitirá contar con información precisa acerca de cada uno de los comedores y merenderos que distintas organizaciones de la sociedad civil llevan adelante en todo el país. Lo cual sería, según explicación de la Secretaria de Inclusión Social Laura Alonso, la forma de mejorar políticas públicas en implementación para garantizar la seguridad alimentaria para que el plato de comida llegue a cada argentino. 

Alonso, como todo camporista, simpatiza activamente con la tiranía castrista (al punto que a la muerte de Fidel Castro despidió al “Comandante” con un “hasta la victoria siempre”). Lo que ha creado ahora no es ni más ni menos que el germen para una versión aggiornada de la OFICODA, es decir la  Oficina de Control de Distribución de Alimentos que estableció el dictador Castro en Julio de 1963 dando lugar a la tristemente célebre Libreta de Abastecimientos. Lo que en opinión de los disidentes cubanos ha sido el más sofisticado, complejo, refinado y efectivo mecanismo represivo totalitario de todo el planeta, pues en la práctica la libreta era el control total de la población cubana.


Ni siquiera Orwell pudo imaginar que el hambre serviría de excusa en Argentina para, a través del Renacom, crear un mapa geolocalizado con estadísticas precisas de los espacios comunitarios destinados a la asistencia alimentaria que existen en todo el país. ¿Diremos en el futuro los disidentes argentinos que ha sido el control total de la población argentina?

Y es en los pequeños detalles donde se puede apreciar la habilidad artesanal del proceso de infiltración comunista que ejecutan los cubanos en Argentina. El ex embajador de la tiranía en Buenos Aires, Orestes Pérez hizo un trabajo metódico y profundo durante los años que estuvo al frente de la orquesta roja argentina, apañado tanto por la complicidad servil del kirchnerismo como por la estupidez progre del macrismo. Las redes que supo tejer interviniendo desembozadamente en asuntos internos del país, a través de actividades tan poco diplomáticas como fogonear conflictos sociales, promover usurpaciones,  y adoctrinar niños y jóvenes, demuestra que el proceso de subversión cultural descripto en 1983 por Yuri Bezmenov fue el libreto que viene utilizando Cuba para la Argentina. 

En Enero de 2018 la agrupación de abogados Bloque Constitucional denunció ante la Cancillería el uso de la medicina como tapadera, en nuestro país, de operaciones cubanas de infiltración y colonización por más de una década a través de la llamada “Propuesta Tatú”, solicitando la expulsión de Orestes Pérez. La denuncia fue ignorada por el Canciller Faurié. 

Con esa impunidad, Orestes Pérez pudo moverse a sus anchas durante el interregno macrista, por lo que el 29 de Julio de 2018 visitaba el Merendero de la Villa Oncativo "Los Chicos del Oncativo" y en Saltos de Malvinas el Comedor "Virgen del Rosario" monitoreando el trabajo territorial de la CTA en Río Cuarto. Y un año después, el 14 de Junio de 2019, volvió para participar de la jornada de trabajo solidaria "Todos Somos El Che" en el merendero Nuevo Amanecer de Barrio Valacco al norte de la ciudad de Río Cuarto, de la que participaron referentes barriales del Movimiento de Acción Popular (MAP), junto al Grupo de Solidaridad con Cuba y la Patria Grande Héroes de Artemisa y la CTA Autónoma de la Provincia de Córdoba. 

Como puede apreciarse, hasta su reemplazo por Pedro Pablo Prada, Orestes Pérez realizó un trabajo de infiltración política intenso, por el que muchas de las organizaciones que al establecer comedores y merenderos van a ser registradas por el Renacom tienen una marcada impronta comunista, castrista y guevarista, algunas directamente vinculadas entre sí por la coordinación de la Embajada de Cuba y ahora en proceso de ser enlazadas todas por el Estado Nacional y con la misma finalidad.

La sumisión kirchnerista a la dictadura castrista es tan marcada que en la protesta ciudadana del 9 de Julio de 2020, el “Libertazo” reclamando la vigencia de la Constitución Nacional, uno de los cánticos entonados con mayor fervor fue dirigido a Fernández / Fernández con un mensaje sencillo y claro: “andate a Cuba la puta que te parió”. 



Un grito acertado pero que a esta altura de los acontecimientos, ante la extensión de la mancha roja, puede no pasar de ser anecdótico y tardío. 

En otros tiempos situaciones como la presente se resolvían mediante golpes de Estado canalizados a través de las Fuerzas Armadas, hoy Argentina parece haber perdido esa instancia. Ciertamente cabe la posibilidad de reflexionar largamente sobre las implicancias de esta realidad, pero este artículo ya alcanzó su demasía para extenderse todavía más y al fin de cuentas, creo, todas esas reflexiones no serían más que escribir con otras palabras la certera incertidumbre en aquel viejo cuento de “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía.

martes, 14 de julio de 2020

LECTURAS EN CUARENTENA

"Recuerdos de la Guerra del Paraguay" de José Garmendia.
Disponible en PDF: DESCARGAR

Como efecto colateral positivo de esta cuarentena desprolija e irracional, sostenida en Argentina a través de un inconstitucional estado de sitio de facto, me he reencontrado con el placer de la lectura. 

Debo agradecer ello a que buenos amigos me obsequiaron libros que, despertando mi interés, hicieron que volviera diaria y metódicamente a leer con gusto, no por mera consulta bibliográfica como importa la rutina de trabajo.

Los dos tomos de Historia de la Inteligencia Militar (La Inteligencia Militar en las principales operaciones militares desarrolladas en el Siglo XIX y Transformación de la Inteligencia Militar en los últimos años del Siglo XIX y principios del Siglo XX), redactados por la Comisión  de la Tropa Técnica de Inteligencia "San Juan Apóstol y Evangelista", resultaron un gran repaso de contexto histórico para visualizar la evolución de la Inteligencia Militar. Lo que deja muchas reflexiones de utilidad para este presente argentino, donde prácticamente se combate a la Inteligencia desde la política en general y el gobierno en particular. Y todavía más a la Inteligencia Militar, porque el muy bajo nivel de nuestros políticos explica la realidad de un país dañado en sus instituciones, degradado en su cultura y con una creciente miseria intelectual. Consecuentemente no tienen ni siquiera una idea útil de qué hacer con las FF.AA. y por ello tampoco se ponen a analizar la complejidad de la información de Inteligencia que requieren hoy día las decisiones militares. 



De esas amargas reflexiones, confirmando que la decadencia es una precipitada pendiente que va desde la altura alcanzada por aquella gloriosa Generación del 80 hasta la imbecilidad presente, me rescató, en parte, la muy buena novela de Marco Augusto Ferreira "El PASO de los cuatrocientos".

Se trata de una corta novela histórica que cuenta la abnegada marcha y combate de los soldados caazapeños del Regimiento Nº 27 de Caballería en la División del Uruguay, en la que los paraguayos llaman la Guerra contra la Triple Alianza y nosotros la Guerra del Paraguay (obsérvese y téngase siempre presente que decimos "del" y no "contra el").

El libro captó todo mi interés. No podía ser de otra forma porque estoy convencido que el patriotismo de los jóvenes argentinos que combatieron en la Guerra del Paraguay, que son los de la Generación del 80, contribuyó enormemente a la organización nacional que llevó el país a su máximo esplendor. Y en el orgullo por los nuestros profeso también un enorme respeto por el soldado paraguayo. La novela de Ferreira hace acrecentar ese respeto, ofreciendo al lector la verosímil intimidad de una unidad de combate en operaciones. Logra el relato mostrar desde una identidad paraguaya intransferible -lo que es un acierto del autor- las complejas ambigüedades, dudas y determinaciones que dan carácter universal a la experiencia del combatiente. De ahí que uno vaya queriendo a los personajes a medida que se adentra en la lectura padeciendo su suerte.

Un buen libro lleva a otro y por eso me sumergí luego en la lectura de "Recuerdos de la Guerra del Paraguay" de José Garmendia, del cual dijo Miguel Cané que lo leyó "de un aliento, con los ojos llenos de lágrimas muchas veces, el corazón latiendo con violencia siempre".

Un librazo, brutalmente honesto. Si bien apunté a buscar en él elementos de Inteligencia Militar, bien pronto perdí ese enfoque y ya no pude leerlo de un aliento como Cané. Me sentí obligado a darme pausas, sin nunca poder dejar de pensar en el enorme significado de esos actos narrados por Garmendia. Confieso haber bajado la vista empañada y con un  nudo en la garganta evadiendo la lectura, y despertarme sobresaltado en la madrugada por estar recreando en sueños lo mismo que leía siendo compelido a saltar de la cama para seguir leyendo sobre aquellos argentinos que hicieron verbo las palabras de Andrade: "El himno de los libres al humo del cañón".  

Y la pregunta hiriente es en todo momento, renglón a renglón, ¿cómo llegamos a ser esto cuando fuimos aquello? Ese coraje romántico de Patria a cuya gloria la que fue la mejor generación de argentinos tributo generosamente su sangre, nos interpela sobre el presente por el extravío de su legado.

Porque no es solamente que pelearon y que vencieron, lo que los hace mejores que cualquier otra generación de argentinos es la pureza del espíritu en la determinación de cumplir un destino. Hay en los guerreros argentinos de la Guerra del Paraguay una altura moral sobresaliente, son mucho más que hombres en batalla, son la expresión de una Nación con convicciones sólidas sobre su identidad y razón de ser que prevalece sobre discrepancias que pueden darse en cualquier sociedad.

Necesariamente al afirmar esto debo hacer una aclaración respecto de quienes combatieron en Malvinas. No hay diferencia de patriotismo ni de coraje entre soldados argentinos, pero es distinta la representatividad generacional y su proyección. 

Imposible para mí no pensar en Oscar Ledesma, poeta indispensable de este tiempo y soldado destacado en la Guerra de Malvinas, cuando el prólogo al libro de Garmendia lo escribe otro poeta: Ricardo Gutiérrez, médico que sirvió durante toda la Guerra del Paraguay. Me digo entonces que esos dos poetas, distintos pero con tanto en común, son de la misma estirpe que el gran Bardo de la Libertad Don Vicente López y Planes, y que ninguno en ese trío de poetas guerreros se dejó ganar nunca por el odio. Razón por la que, acaso, hermosa palabra la palabra acaso, quien recita a uno, recita a los tres.

Quien lea de Garmendia "Recuerdos de la Guerra del Paraguay" llegará a percibir la honda humanidad en estos versos, para recordarnos que ser argentinos es, tanto en la victoria como en la derrota y en toda circusntancia, una idea de bien. 


LA VICTORIA


No levantes canto de victoria
en el día sin sol de la batalla;
que has partido la frente de tu hermano
con el maldito golpe de la espada.

Cuando se abate el pájaro en el suelo,
se estremece la tórtola en la rama;
Cuando se postra el tigre en la llanura,
las fieras todas aterradas, callan!...

¿Y tú levantas himnos de victoria
en el día sin sol de la batalla?
Ah, tan sólo el hombre en nuestro mundo impío,
en la caída de los hombres canta.

Yo no canto la muerte de mi hermano;
márcame con el hierro de la infamia.
Porque en el día en que su sangre viertes,
de mi trémula mano cae el arpa.

Ricardo Gutiérrez



Ángel Magaña, interpretando a Ricardo Gutiérrez en "La cuna vacía" recita "La victoria"
https://www.youtube.com/watch?v=Uee4j0ncgHw&t=3413s


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de ecoomía.


LA SONRISA DE JAMES COBURN

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TERRORISMO: NOSOTROS Y EL MIEDO