martes, 2 de enero de 2024

CABALLEROS


En la esquina de Arcos y Paroissien, Núñez, estaba la casona de mis abuelos paternos Albina y Pedro. 

Entre tantas otras cosas recuerdo que en un cristalero instalado en el comedor se exhibía orgullosa una fotografía del hermano de mi abuelo con un atuendo particular. Era, según contaban mis abuelos, Caballero del Santo Sepulcro. Y también aquel por cuyo intermedio habían recibido la bendición papal que conservaban enmarcada en su dormitorio.  

Semejante título era una invitación a imaginar aventuras, como algunas que leía en la colección Robin Hood. 

Como tantas otras cosas, aquella foto se perdió a la muerte de mi abuelo, por lo que en mi fantasía (ya bastante grandecito, confieso) me quedó la idea de un caballero cruzado. Tal vez por eso en la pared de los recuerdos y adornos, del living de casa, sobre un estante tenemos una estatuilla de un cruzado con casco y espada. Tan así como mi recuerdo había quedado configurado. 


No era más que eso. Un recuerdo, la curiosidad por el que para mi padre y sus hermanos era el tío de Italia, que, una vez, les envió tres relojes de oro. El reloj a cuerda con malla de cuero negro que dio la hora durante años en la muñeca de mi viejo, hasta que se descompuso, quedó guardado vaya uno a saber dónde y se perdió.

Como tantas otras cosas. 

Este año lo inicié en Villa Carlos Paz, Córdoba, en casa de mi hermana. Acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", porque nuestros ancestros reviven con cada recuerdo en alguna curva de charla apareció el recuerdo de esa foto y resultó que Silvia tenía otras fotos del tío de Italia: Ernesto Tamagnone.

Ernesto Tamagnone, 
Caballero del Santo Sepulcro.

Y ahí estaba, en fotos fechadas en 1953 y 1954, no con el uniforme de pelea de los cruzados con que quería recordarlo, sino con la elegante gala de quien junto a su firma escribía indistintamente "Caballero del Santo Sepulcro", "Cruzado del Santo Sepulcro de Jerusalén" o, muy simplemente, "Soldado de Cristo".


Renovada la curiosidad me interesó conocer algo más sobre los Caballeros del Santo Sepulcro. Así que hice lo que se hace en estos casos, recurrí al más católico de mis amigos, Mario Paso, mi hermano gorila, perdón: Gorila con mayúscula, para que me orientara en la búsqueda.

Y Mario, hombre sabio, me dijo que en efecto se trata de la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro de San Juan en Jerusalén, que todavía está vigente, señalando en las fotos la capa con la Cruz de Jerusalén.


Recurrí entonces a Google, ya saben: si lo dice Wikipedia lo aceptaremos como una verdad indiscutible, donde encontré información sobre la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén (Ordine equestre del Santo Sepolcro di Gerusalemme).

Fundada en 1098 por Godofredo de Bouillón, es reconocida como la Orden de Caballería más antigua del mundo. Con el devenir de la historia perdió su carácter guerrero así que, por unos cuantos siglos, el tío abuelo se perdió la acción novelesca.

Existe actualmente, y desde 1888, la Lugartenencia Argentina de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Así, por ejemplo, la propia Orden recuerda que "en 1962 se incorporó como Caballero al Capítulo Argentino de la Orden el hoy Siervo de Dios Ing. Enrique Shaw, muerto a los 41 años, padre de 9 hijos y de destacadísima actuación en instituciones católicas del país, entre ellas fue fundador y primer Presidente de ACDE, Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa y Miembro del primer Consejo de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires,  Shaw orientó su vida según las bienaventuranzas evangélicas y su Causa de Beatificación y Canonización iniciada en 1998, ya se encuentra en Roma iniciando la fase final vaticana del proceso canónico".

También ha tenido un rol importante en revitalizar la Orden el historiador Isidoro Ruiz Moreno, a quien alguna vez entrevisté en su casa para un documental sobre Malvinas. También lo tuve como profesor unas pocas clases en la Escuela de Guerra. Una mente notable.

Como dije, hace mucho tiempo la Orden perdió su carácter guerrero, por lo cual cabe preguntarse: ¿Qué implica ser caballero hoy?

La misma Orden lo explica: "Un caballero se compromete a vivir las virtudes cristianas en unión indiscutible con el Romano Pontífice; a frecuentar la vida sacramental y a socorrer a los necesitados. Es un compromiso de vivir y desarrollar integralmente el llamado universal a la santidad (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, Capítulo V) dando así ejemplo de vida cristiana".

Como todos mis lectores podrán imaginar, por una insalvable cuestión de fe no podría yo emular la devoción del tío abuelo Ernesto Tamagnone, Caballero del Santo Sepulcro.

Sin embargo me gusta pensar que algo de eso igual conservo, porque el mejor elogio que recibí en mi vida, el que más me emocionó, me fue dado por el mencionado Mario Paso, cuando unos cuantos años atrás, tras leer la carta con la que yo renunciaba a un cargo en el Estado, me felicitó llamándome "Caballero de la República"; y aunque para muchos eso pueda no significar nada, para mí significa mucho.  Y sí, también entonces me acordé de aquel extraño título que ostentaba ese otro Tamagnone. 

Acompaño foto de mis abuelos, Albina y Pedro Miguel posando junto a sus tres hijos. El más alto de los "marineritos" es mi padre, José Santiago.

Albina del Valle de Tamagnone, Pedro Miguel Tamagnone,
Ernesto, Alberto y José Santiago Tamagnone.


Vale tomar conciencia de una reflexión final: algún día seremos los recuerdos que otros evocarán viendo fotos viejas. Ojalá sean buenos recuerdos. Así es la vida.


AC/LPD

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