viernes, 18 de octubre de 2019

ARMAS PARA EL PUEBLO

“Aux armes, citoyens,
formez vos bataillon!
Marchons, marchons!
Qu'un sang impur
abreuve nos sillons!”

La Marsellesa

Macri tan progre y nosotros tan LGBT



Progre y como tal equivocado de principio a fin, el Presidente Mauricio Macri se va despidiendo del gobierno mostrando cada día ser más ajeno al cambio votado en 2015.  

Tras la depresión por la derrota en las PASO, acaso alienado en su microclima fanático por la forzada euforia de una campaña electoral puramente emotiva y apuntada al “milagro”, persiste en el error de perder base electoral por intentar congraciarse con quienes nunca lo votaron ni lo van a votar. Su fracaso en gobernar es tan evidente que ni el tiro del final le va a salir. 

La última infeliz ocurrencia surgida de la irracionalidad gobernante se conoció el 18 de Octubre, cuando Macri posteó un hilo en Twitter con el siguiente contenido: 

  • "VAMOS A PROHIBIR COMPLETAMENTE LAS ARMAS DE GUERRA. Hoy la ley permite comprar armas capaces de atravesar chalecos antibalas y puertas blindadas. Esto solo beneficia a las mafias y a los delincuentes. Vamos a prohibirlas por completo. #PropuestasNuevaEtapa.
  • Vamos a prohibir que los civiles compren o importen, tengan consigo o en sus casas, fabriquen y utilicen armas de guerra. Son un peligro para las familias y para las fuerzas armadas y de seguridad, que se enfrentan a las mafias todos los días. Vamos a eliminarlas de la calle.
  • En estos años actualizamos los reglamentos de uso de armas para las fuerzas de seguridad y reforzamos los controles para la tenencia y portación de armas en los civiles. Ahora vamos a eliminar las armas de guerra para que estas no lleguen nunca a las manos de los delincuentes”.


Por supuesto la propuesta fue secundada por la ministro de Seguridad Patricia Bullrich, con la misma falacia argumental:  

  • ”Vamos a prohibir la comercialización de armas militares para seguir combatiendo con más fuerza a las organizaciones criminales. Estas son armas con un enorme poder de daño, que además de atentar contra la vida de las personas pueden perforar chalecos o incluso traspasar blindados”.


Un Presidente que se suponía era republicano, pero que carece tanto de un servicio de Inteligencia eficiente, como de la práctica misma de la Inteligencia en su toma de decisiones, en comparsa con una ministro de Seguridad que mantiene acéfala a la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, propone prohibirnos a los civiles las armas de guerra de uso civil condicional aduciendo que eso será útil para combatir a las mafias y sus delincuentes. 

Con un poco de humor podemos conjeturar que estas recientes las imágenes de
México impactaron al gobierno argentino. Nuestro gobierno no quiere que los
 ciudadanos puedan tener acceso a las las armas que usan los narcos mexicanos.
Sería una terrible afrenta a los DDHH herir a un delincuente
con algo más rotundo que un simple 22....

Pues bien, si hay un grupo social que puede exhibir su condición de buenos ciudadanos son los legítimos usuarios de armas de fuego, porque para serlo debieron acreditar estar exentos de persecución penal, contar con medios lícitos de vida y aptitud psicológica, además de la específica idoneidad técnica para el uso de armas, sorteando en el trámite la insufrible burocracia estatal, entorpecida con funcionarios que se atribuyen como prerrogativas propias las facultades que las normativas reconocen a los ciudadanos. 

Ir sobre las armas de los legítimos usuarios es propio de políticos superficiales, cómodos y demagógicos, habituados a cazar en el zoológico en perjuicio de contribuyentes y ciudadanos. No es cierto que los armeros y los usuarios legales sean quienes provean armas a las organizaciones criminales. Lo que sí es cierto, es que en la Argentina no hay otra política de seguridad que no sea el espasmo, algo que recrudece en tiempos electorales. 

Como en toda ocasión vale afirmar el concepto: la seguridad interior consiste en garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. Por ende, cualquier política de seguridad debe estar inspirada, orientada y dirigida por normas constitucionales. 

Pues bien, en materia de armas el Artículo 21 de la Constitución Nacional ordena en su primera parte que “Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional”.

Esa previsión debe interpretarse en forma complementaria con el inalienable derecho de resistencia a la opresión, que el mismo texto constitucional recepta, tanto como un derecho implícito de la forma republicana de gobierno en el Artículo 33, como un resguardo explícito en el Artículo 36 incorporado por la reforma de 1994; autoría de esta misma casta política que gobernando desde entonces no se cansa nunca de rendir tributo a Groucho Marx. 

Si en tanto ciudadanos argentinos estamos obligados a armarnos para la defensa de la Constitución, va de suyo que no puede el Estado impedirnos poseer armas, porque en caso de riesgo emergente de sedición nada garantiza que las autoridades constituidas tengan la oportunidad de proveernos esas armas. Hipotéticamente, bastaría que los subversivos bloquearan arsenales para garantizar su impunidad y el éxito del ataque contra la Constitución Nacional. A fin de poder responder en una situación extrema, como la que los constituyentes han previsto, es que tenemos normas que facultan a los ciudadanos probos a poseer armas; porque en definitiva un pueblo armado es un pueblo soberano. 

Nuestros constituyentes, se ha dicho con razón, han tomado para su obra el molde de la Constitución de los Estados Unidos, y aunque sabiamente supieron volcar en él contenidos propios mantuvieron intacta la misma lógica jurídica que sostiene, en la interpretación de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, la vigencia de la Segunda Enmienda por la cual: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.

Ciertamente tenemos diferentes culturas e idiosincrasias, como distintos han sido los procesos históricos en la organización cívico militar de uno y otro país, pero la defensa de la República Argentina sigue siendo la defensa de una República, obviamente basada en principios republicanos y no hay razón alguna para prohibir el acceso de los ciudadanos de bien a las armas desde que la misma Constitución las contempla como su salvaguarda.  

Y en nuestro Himno Nacional sancionado por la Asamblea del Año XIII, tácitamente ratificado por los Constituyentes de 1853 y posteriores reformadores: “el valiente argentino a las armas / corre ardiendo con brío y valor”, porque al igual que violentamente lo entiende La Marsellesa supo plasmar  Vicente López y Planes, el Bardo de la Libertad, que ser libres no es una gracia que otro nos concede. Hoy mismo: “¿No los veis sobre el triste Caracas / luto, y llantos, y muerte esparcir?”.

Nicolás Márquez, notorio exponente de la Derecha Argentina,
manifestándose por la Libertad en medio de una ola roja.
En su remera toda una declaración de principios republicanos. 

La tenencia y portación de armas se encuentra reglada en Argentina de modo bastante estricto. Es realmente una tomadura de pelo que la progresía gobernante nos venga ahora, en los estertores de su agonía, a plantear una prohibición total de las armas de guerra, como si la eliminación de la categoría de armas de uso civil condicional pueda aportar algo al combate contra las mafias. Para combatir al crimen organizado, y en especial al narcotráfico, se requiere algo que este gobierno, al igual que el anterior, desprecia: Inteligencia. Sin Inteligencia Criminal no hay ninguna política de seguridad que pueda ser sustentable en el tiempo. 

Y luego están las consideraciones filosóficas y políticas. 

Entre las primeras hay que traer al debate la voz de Cesare Beccaria, que inmune al paso del tiempo nos sigue ilustrando sobre las falsas ideas de utilidad que entrañan propuestas como la que, alegremente, lanza el Presidente Macri en su retirada. 

Nos señala Beccaria: “Las leyes que prohíben llevar armas son de esa naturaleza; sólo desarman a los que no están inclinados ni determinados a los delitos, mientas que los que tienen el valor de poder violar las leyes más sagradas de la humanidad y el más importante de los códigos ¿por qué respetarán las menores y las puramente arbitrarias, cuya contravención es tan fácil e impune, y cuya ejecución exacta suprime la libertad personal, tan amada por el hombre como por el iluminado legislador, sometiendo al inocente a todas las vejaciones debidas a los reos? Estas leyes empeoran la condición de los asaltados mejorando la de los asaltadores, no disminuyen los asesinatos sino que los aumentan, porque es mayor la facilidad de asaltar a los desarmados que a los armados”. 

No digo que repitiese hoy esto mismo, pero su lógica no puede ser omitida en ningún análisis de la cuestión. 

Finalmente cabe la consideración política. Mauricio Macri subestimó la inflación y todo el cuadro de situación tanto como sobreestimó a su equipo. No ha gobernado bien en cuatro años. De hecho lo hizo tan mal que vuelven los que no debían volver. 

Y ahora, para empeorar su legado, en el estribo de su interregno donde no se hicieron los cambios para los que fue votado, cuando aquella cobarde excusa de "no se puede porque vuelven" es ya la profecía autocumplida, pareciera que busca desarmarnos para entregarnos inermes a la restauración del régimen kirchnerista.

En esta consideración política poco importa que el Presidente Macri, ante la reacción cívica, haya salido a batir su propio récord en desmentirse posteando: 

  • “Quiero aclarar algo sobre la propuesta de hoy. Nuestro objetivo es combatir el comercio y tráfico ilícito de armas de fuego. De ninguna manera pensamos restringir los derechos de los legítimos usuarios de armas que cumplen con la ley y sus reglamentaciones particulares”.


Porque al fin de cuentas, cuál haya sido su objetivo aclara poco. Y si se expresa sin pensar ni proyectar las consecuencias de sus dichos, ¿cómo saber lo que en verdad cree antes de la próxima desmentida?

Sin armas no hay Libertad. Sin Libertad no hay ciudadanos. Sin ciudadanos no hay Patria. 

No las entreguemos. 

¡Constitución o muerte!


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

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