Grité, grité. Lo siento,
me pasa cuando escucho un político hablar.
Los ves, están tan contentos
y esas sonrisas no las juzga ningún tribunal.
"D10s" - Hilda Lizarazu.
Cuánto más lo pienso peor futuro le veo a la Argentina. Contemplo los armados electorales y no puedo ocultar mi escepticismo. Y es porque creo que la democracia está terminada igual que la República, a la que se llevó puesta por ser un ensayo fallido que se agotó en el simple abuso de la estadística.
El intento democrático iniciado en 1983 sentó tempranamente las bases de su fracaso con Raúl Alfonsín, quien nunca entendió que sin que cada individuo se valga por sí mismo la Democracia termina siendo una ilusa perversión. Así, renegando de la Libertad infectó de dádiva a la sociedad con la asistencia humillante de las cajas PAN, lo cual redujo a eslogan socialista su frase de "con la democracia se come, se cura y se educa". Y para completar el ataque sobre el orgullo de ser argentinos, siguiendo consejo de Dante Caputo inició el derrotero de la indefensión buscando llevar las Fuerzas Armadas a la total inoperancia, con la única y estrecha mira de que no sean un factor de poder. Si eso, además de un desastre económico, hizo el mal llamado "Padre de la Democracia" siendo Presidente, en su rol de opositor prostituyó a su supuesta hija entregando a Carlos Ménem la reelección presidencial -Pacto de Olivos mediante-, con la muy lamentable reforma constitucional de 1994 al módico precio de algunas bancas de senadores. Luego la crisis del 2001 llevó a la desafortunada cadena de sucesos que permitieron en 2003 la implantación del régimen kirchnerista.
Por esa vía, la infiltración castrista al Movimiento Peronista consagró el fracaso definitivo del intento democrático. La venganza contra los vencedores del terrorismo castrista en juicios de alevoso prevaricato, ratifica que un país que condena a sus defensores se traiciona y entrega al enemigo. Con la democracia viciada se precipitó el fin de la República y la instalación de una casta política tan corrupta como servil a los intereses de la dictadura cubana.
Hoy Argentina es la vergüenza indigna de la abierta subversión del orden constitucional ejecutada por un gobierno títere que, utilizando la pandemia de Covid como excusa, el 19 de Marzo de 2020 dio un golpe de Estado contra la Constitución Nacional. Desde entonces el régimen kirchnerista gobierna de facto y carente de toda legitimidad.
La complicidad cambiemita, como oposición complaciente que conforma con el kirchnerismo una misma casta política, añade complejidad al cuadro argentino, ya que entre progres y totalitarios concentran el 90% del electorado. Algo que expone duramente el daño institucional, la degradación cultural y la miseria intelectual de los argentinos.
La consecuencia de ese 90% cautivo de un sistema servil a la casta, es la gravedad de una situación de decadencia que se manifiesta en todos los indicadores. Si los datos estadísticos de miseria y pobreza de por sí son terribles, aunque ahora no aparezca la comparsa de llorones que fingía sensibilidad sobre el final del interregno macrista, son más terribles cuando se piensa que van a tener que empeorar antes de mejorar, porque no hay magia para reparar lo dañado por la mafia K.
Para mayor adversidad, no se alcanza aún el mínimo de organización política republicana que pueda emprender un curso de acción determinante para -por cualquier vía- disputar el poder en manos de la casta.
Cualquier curso de acción requiere una organización previa. Mis reiterados fracasos en intentar constituirla me descalifican para volver a intentarlo, o dar consejos sobre el como. Me sumaré con entusiasmo si otros logran darle entidad.
Así las cosas, percibo una larga agonía desde lo político a lo intelectual. El mal está demasiado extendido como para suponer qué podrá ser contenido y repelido por mecanismos del mismo sistema que el mal ha corrompido y desvirtuado.
Porque ese sistema ya no es lo que era, no sirve a lo que debía servir y es enteramente funcional al mal. Desde luego sólo es mi opinión. No tengo la bola de cristal. Y el futuro no está escrito. Mañana mismo podría ocurrir un hecho que rompa toda previsión, yo aborrezco la anarquía pero también este orden corrupto y, como no quiero ser hipócrita ni cobarde, no oculto lo mucho que me agradaría la caída del régimen con un final a la rumana.
Escribo con muchos sentimientos encontrados, pero no me siento pesimista al redactar estas palabras porque tampoco hay razón alguna para ser optimista. Es simplemente un intento de entender el presente de la Nación Argentina cuando la gran incertidumbre es saber cuánto realmente queda de ella.
La disyuntiva tiempo o sangre ya está planteada y diría que respondida. Será sangre o será nada, esta nada misma de un país que agoniza sin que a nadie parezca importarle. El punto es que la nada es un imposible teórico, siempre habrá algo. Y esto es inviable porque no ofrece más futuro que una oscura y profunda miseria material y moral.
No es mía la autoría de la pregunta, pero me hago cargo de la respuesta. Apenas soy uno más de los tantos que la aceptan. Sí. Aparece en el aire con mucho más contagio del que se atribuye al Covid. Está ahí, de ronda y para quedarse. No se irá. Como una de esas cosas cuyo final nadie puede anticipar pero tampoco impedir, espera su llegada ya sea como pleno caos, revolución o tiranía.
Y no sólo eso: cuando más tiempo demore la sangre, más sangre costará el tiempo.
¡Constitución o muerte!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
"con la democracia se come, se cura y se educa" , fue claro Alfonsín reivindicando la democracia , no el Socialismo
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