miércoles, 1 de enero de 2020

NICOLÁS TROTTA, MINISTRO DE ADOCTRINAMIENTO PARA LA NEOLENGUA




En relación al Plan Nacional de Lectura sostiene el ministro de Educación Nicolás Trotta que tiene por objetivo "recuperar el derecho a la lectura". 

Obsérvese que no dice el funcionario para la restauración del régimen: "recuperar el hábito de la lectura". Dice muy clara e intencionadamente: "recuperar el derecho a la lectura". 

Lo expresado por el ministro sugiere que el derecho a la lectura se ha perdido, lo cual es absolutamente falso. Ni siquiera ocurrió eso durante la última década infame (2003-2015) pese a lo mucho que logró avanzar e imponerse el proyecto totalitario de corrupción estructural impulsado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández.  

Para la construcción de este capítulo del relato kirchnerista Trotta atribuye la pérdida del derecho a leer al gobierno de Mauricio Macri, por haber desmantelado el Plan Nacional de Lectura en el 2016; algo que no se condice con la Resolución 4049-E/2017 del 26OCT17. He criticado mucho del gobierno de Mauricio Macri, pero no se me ocurriría acusarlo de atacar el derecho a la lectura. 

En cualquier caso no es el punto aquí discutir las diferencias de implementación entre este gobierno comunista y aquel que fracasó por progre. El punto de enfoque es la constante ramificación en la construcción de su relato donde, con parámetros de manual orwelliano, el kirchnerismo se presenta a sí mismo como redentor de los derechos del pueblo frente a un villano que los ha conculcado. 

Se necesitaría realmente un villano de fuste mayor para cercenar el derecho a la lectura, que subsiste incluso ante circunstanciales censuras. Conculcar el derecho a la lectura es lesionar el derecho a pensar, una aberración de plano incompatible con la sola existencia de la democracia. E incompatible incluso para algo como lo que tenemos: su más decadente y fingida apariencia. 


Aún así el ministro del régimen en reposición tiene el descaro de decir que buscan "recuperar el derecho a la lectura",  incurriendo con ello en la misma charlatanería morbosa con que Cristina Fernández hablaba de "goles secuestrados". La insistencia morbosa en victimizarse inventando secuestros y desaparecidos, es innata al kirchnerismo. Brota del éxito obtenido con la mentira de los 30.000 desaparecidos, pero como ningún mitómano puede detenerse, siempre traen otra invención. Y a falta de verdad, vomitan más y más mentiras. Así aplaudieron a Sergio Schoklender, el parricida adoptado como hijo putativo de Hebe de Bonafini cuando "jerarquizó" a Néstor Kirchner como "el desaparecido 30.001" y llegaron al paroxismo de lo truculento con la novela sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado, a la que todavía hoy, tras una de las autopsias más certificadas de la historia, intentan hacer dinero; que de eso se trata, finalmente: el curro. 

Cuando los cómplices de un proyecto totalitario de corrupción estructural, como es el kirchnerismo (un fraude en sí mismo), vociferan que están reinstalando derechos es porque encontraron un negocio que usufructuar bajo la pantalla de esos derechos. Y aquí el curro asoma por el lado de la gratuidad de libros que pagará el Estado. Como inicio unos 400 millones de pesos. No es que esté mal invertir en libros, lo malo son los antecedentes del régimen. 

Pero cuidado, porque la cosa no se detiene en el contante y sonante en algunos bolsillos, sino en la intención cultural con la que el régimen reinstaurado planifica el adoctrinamiento para el control social en lecturas obligatorias. 

Desde luego ciertas lecturas, siguiendo objetivos criterios pedagógicos,  deben ser obligatorias a fin de brindar una buena educación y valores cívicos, pero una buena educación y valores cívicos no es el objetivo que persigue este gobierno de esbirros de la dictadura castrista. 

De hecho, para prevenir a nuestros niños y jóvenes de proyectos totalitarios como el kirchnerismo tempranamente debieran leer a George Orwell: "Rebelión en la granja" en la primaria y "1984" apenas iniciada la secundaria. 

Leer a Orwell es un acto de legítima defensa.
Invitar a otros a leer a Orwell es fomentar la Libertad. 

Así, entre otras cosas, comprenderían que la real finalidad del mal llamado "lenguaje inclusivo", no es entendernos mejor sino encorcetarlos en los márgenes de la corrección política definida por la izquierda y prepararlos para una obediencia instintiva. Se empieza hablando como idiotas y se termina siendo idiotas. Lo explica Orwell en 1984 al detallar de qué manera la finalidad de la "neolengua" es limitar el alcance del pensamiento y estrechar el radio de acción de la mente.   

Sabiendo que el idioma español más que un habla es pensar, Domingo Faustino Sarmiento enseñaba que nuestro idioma no tiene sus locuciones en vano. Por eso advierto -como lo haría el gran sanjuanino- que si un ministro de Educación confunde hábito con derecho es porque planea quedar fuera de la ley tomándose atribuciones que no le corresponden. Una obviedad tratándose de otro kirchnerista.




Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía. 

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión, hacía rato que no leía algo tan claro. Felicitaciones.

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