viernes, 4 de octubre de 2019

SI YO FUESE DE IZQUIERDA


Algunas mujeres quieren prohibir los concursos de belleza por las mismas razones que un flacucho como yo argumentaría contra las exhibiciones de fisicoculturismo... 

En ello radica la fealdad moral de la izquierda con la que -desde la mediocridad resentida- se pretende imponer la chatura de una igualdad matemática, artificial e inhumana. Porque el sentimiento que prima en el izquierdista es la envidia, y el único modo que se le ocurre para dominarlo es eliminar aquello a lo que envidia. 

Esa es la lógica de la izquierda, que lleva millones de muertos intentando la reingeniería para el "hombre nuevo", que a la postre no es tal sino una monstruosa mezcla de autómata y bestia. 

La igualdad para la Derecha es solamente la igualdad ante la ley, sin privilegios de casta, ni de ninguna clase. Una igualdad humana, que reconoce las diferencias al no ponerle un techo al potencial de cada quien. En esas diferencias a veces salimos beneficiados y a veces perjudicados; así es la vida.


Veamos un ejemplo: Si con mi casi metro noventa fuese de izquierda, me hubiese victimizado en el Carrefour aduciendo sentirme discriminado porque la tabla, para calcular por altura el rodado ideal de la bicicleta, terminaba en el rodado 26 que no contempla a los que medimos más de un metro ochenta.

Si yo fuera zurdo iniciaría una campaña para que un montón de progres se solidaricen conmigo y todos juntos nos encargaríamos de hacer que mi problema se convirtiera en un problema para todos. Algo que hacen todo el tiempo. 

Así, y porque nunca faltan legisladores dispuestos a ser generosos con la de los demás, obligaríamos a los comercios a tener rodados estrambóticos y a precios económicos, subsidiados por el Estado, para poder jactarnos de estar construyendo una sociedad inclusiva. 

Pero lejos de caer en ese desquicio, como soy de Derecha prefiero reírme; tomarme una foto para divertir a mis amigos y no joderle la existencia a nadie.

Cuando se es de Derecha la vida es más simple, para uno y los demás. 

La razón también es simple, no es cuestión de altura o belleza física sino de altura y belleza moral: la naturaleza y la Libertad nos hacen distintos, también nos hacen únicos. Y ciertamente, no se llega a la felicidad bajo la guía de la envidia. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía. 

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