lunes, 2 de septiembre de 2019

NOSTALGIA DE FUTURO




Allá por Mayo del 2015 escribí en La Pluma de la Derecha una nota titulada "YVESS ROSSY, CON EL ESPÍRITU DE JORGE NEWBERY", porque exactamente eso veía en la proeza del piloto suizo conocido como "Jet Man", el primer hombre en idear y construir alas a reacción de uso individual que permiten vuelos estables y prolongados con velocidades de hasta 300 km/h. 

Volví a verlo en Franky Zapata, "el soldado volador" cuando intentó cruzar el Canal de la Mancha y supe en ese intento fallido que iba a volver a intentarlo hasta conseguirlo; porque eso mismo hubiera hecho Newbery. Diez días después, el domingo 4 de Agosto, el francés volvió a intentarlo y consiguió la hazaña. Lo celebré apretando el puño al leer la noticia, ese espíritu no se rinde.

Desde entonces me estoy debiendo escribir esta nota, una de las que escribo para mí, y quien quiera compartirlo, como un simple registro de algunas emociones que no quiero dejar caer en el olvido. 

El espíritu de Newbery es un espíritu hazañoso, ciertamente heroico y puesto al servicio de aquello en lo que a pesar de todos sus desencuentros coincidían Alberdi y Sarmiento: la verdadera gloria; que es generar el bienestar de la mayor cantidad de personas a través de la ciencia y la tecnología. 

A Newbery y los demás audaces que lo secundaban en la aventura de conquistar los cielos los habían apodado "los locos del aire", Ivess Rossy y Franky Zapata son esos mismos locos un siglo después. 

Me entusiasma que existan, para que al igual que enseñó Alfredo Barragán en el mar con la expedición Atlantis "el hombre sepa que el hombre puede". 

Y entonces la nostalgia de futuro, porque aquella Argentina del Centenario de la que Newbery fue parte estaba hambrienta de futuro y gloria verdadera, y algo de eso, o todo eso, queríamos imaginar para el país en el progreso que vendría luego de 1983 por vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional. Fue en 1984 que Barragán realizó su travesía, y había en esa aventura algo de Julio Verne. Yo tenía entonces 18 años e imaginaba que mi generación sería una roca que serviría como faro a las que vendrían, pomposamente la llamaba "la generación de la nueva República" y creía -creía- que haríamos un gran país. Por muchos años lo seguí creyendo. Hoy juzgo que hemos sido una generación de arena, una roca desgranada que bajo la erosión del viento y aplanada por el mar no dejará ninguna huella de su existencia. 

Sin embargo, aunque inmerso en la espiral del absurdo que es el día a día de la Argentina, ver los vuelos de Rossy y Zapata me trae esperanza, es motivador saber que todavía hay posibilidad de vivir aquello que soñábamos leyendo a Verne. Quien sabe, tal vez en Argentina todavía es posible.

Y me pregunto: ¿será posible combinar las alas del Jet Man con la plataforma voladora de Franky Zapata?



Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía.

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