Saben los lectores del blog, y mejor aún quienes han trabajado conmigo, que mantengo convicciones firmes a contracorriente del progresismo y la "corrección política" que dicta la izquierda sobre temas controversiales.
La Seguridad Nacional, que ha sido intelectualmente despreciada durante el infame régimen kirchnerista, abre debates como el que la noticia en cuestión refleja. E inevitablemente dará lugar a otros que (aunque dado este presente son para otro momento), habrá que dar alguna vez.
Y voy a empezar por la parte más cruel de los debates que alguna vez habrá que dar.
Quienes disfrutan de la series de acción en las distintas plataformas (de las que cada tanto veo alguna aunque soy más de comedias), habrán notado que están surgiendo varias ficciones que tal como películas de antaño justifican el uso de torturas para interrogar terroristas.
Reflejan esas ficciones, sin dejar de ser ficciones y como tal deben ser tomadas, que en la lucha antiterrorista los límites de lo aceptable son elásticos. Muy elásticos. Y no son ficciones los hechos que así lo demuestran.
Por principio nadie decente busca torturar, y personalmente detesto toda violencia innecesaria, pero a ese principio lo hieren o matan los propios terroristas con sus acciones.
Hay varios debates sobre Seguridad Nacional que Argentina deberá darse en algún momento de sensatez y madurez, el modo de combatir al terrorismo es uno de ellos.
Y digo: eso de querer llevar a juicio terroristas internacionales apoyados por terceros estados es casi una excusa para que el tiempo traiga olvido. Por caso, lo único que con esa tesitura hemos logrado los argentinos es que nuestras sinagogas tengan pilotes en su frente que nos recuerdan el miedo. Recurrentemente imagino que alguno de los terroristas que participaron de los atentados camina entre nosotros jactándose de haber traído e instalado ese miedo. No puedo encontrar las palabras para expresar lo que eso me genera.
Luego, esos pruritos de moralina fácil y cobarde de no ir a buscarlos para sencillamente ejecutarlos, clandestinamente y sin hacer alarde, finalmente corroen la voluntad de ser y prevalecer de la Nación Argentina.
Cuando Estados Unidos, Israel, Rusia o cualquier otro país que tiene definida su aspiración de ocupar un lugar en el mundo, buscan, encuentran y matan terroristas lo que hacen es sostener su voluntad de ser y prevalecer. Y es razonable. Hay que aprender.
Pero ese debate todavía está lejos y no creo se le pueda pedir pronto a una sociedad con otras urgencias y cuya ley de salud mental fue sancionada en 2010, a instancias de la izquierda con las madres de terroristas y Hebe de Bonafini como vocera, con la declarada intención de "normalizar la locura". ¿Cómo sentarse pues a discutir racionalmente cuestiones como esta en un marco de delirio colectivo del que todavía no se ha salido? Esta, es una sociedad que se dejó idiotizar mansamente.
Vuelvo entonces al debate que sí se da en estos días.
Igual que negar la existencia de hipótesis de conflicto, fue ridículo querer limitar el uso de las FFAA a eventuales agresiones de fuerzas regulares de otros Estados.
Y eso se hizo para convalidar los juicios y condenas a los militares que vencieron al terrorismo castrista. Afirmando la idea del combate al terrorismo como conducta impropia de los militares, más aún: criminal.
Ahora bien, la "razón de Estado" impone no resignar ningún recurso defensivo y administrarlos conforme a la amenaza. Las FFAA son, y deben ser, el último recurso: matar o morir.
Por ello mismo su empleo no puede ser improvisado, ni pisar las competencias naturales de otras instituciones.
Cruzados ciertos umbrales de conflicto es absolutamente razonable emplear las FFAA contra cualquier tipo de agresión, incluido el narcotráfico.
Y no seré yo quien se oponga a lo que manda la Constitución Nacional para el ser y prevalecer de la Nación Argentina.
Pero hay una contradicción evidente y grosera en seguir violentando la Constitución Nacional con un prevaricato sistematizado para juzgar y condenar a los vencedores del terrorismo castrista y pretender, al mismo tiempo, que para defenderla los militares sean lanzados contra terroristas y narcos.
Mientras quede un argentino preso por haber participado de la lucha antisubversiva, todo agente estatal en actividad sabe que puede ser traicionado, y que los mismos políticos que lo mandan a la guerra, podrían decir después que no era una guerra para juzgarlo criminal en lugar de patriota.
Y peor aún si el último de ellos muere en la cárcel, porque entonces ya no habrá nada que reparar. Urge pues que los políticos entiendan la importancia moral de liberar a los presos del prevaricato en resguardo de la Seguridad Nacional.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.