Para comprender la dinámica violenta de un conflicto como el del pretendido etnonacionalismo araucano en el sur de Chile y su propagación a territorio argentino, es preciso entrar en la mente del enemigo; esto es apartarse del enfoque limitado a lo que manda el deber ser en el orden jurídico que hace a la razón del Estado, como así también del pensamiento y valores de la Nación Argentina.
Diagnosticado el conflicto como una "guerra de Inteligencia", es preciso pues un juego de roles, poniéndose en el lugar del enemigo para comprender sus acciones desde su propia perspectiva. Y como en esto no hay nada nuevo bajo el sol, aquí se está repitiendo el libreto de la guerra de guerrillas.
Más allá de lo que evidencia el discurso izquierdista en los activistas secesionistas, con consignas que hablan de antiimperialismo y anticapitalismo, tendiendo al odio racial y de clases y suponiendo que el pueblo araucano ha sido despojado de una independencia que nunca tuvo (dado lo primitivo de su cultura nunca llegó a constituir un Estado y ni siquiera un proto Estado), la guía para entender las acciones sobre el terreno es la misma seguida por los grupos guerrilleros de izquierda, por eso es relevante observar la dinámica de los hechos leyendo a Ernesto Guevara, por lo cual cito en este artículo fragmentos de "El libro verde olivo".
El problema mapuche (araucano) no debería ser un problema, sencillamente porque si el Estado Argentino funcionara con un mínimo de coherencia la asimetría entre los medios estatales y la pretendida insurgencia secesionista sería tal que no quedaría margen para prolongar el conflicto.
Sin embargo, todo Estado en decadencia una de las primeras cosas que pierde es la capacidad de reacción y esa apatía, la confusión propia de un Estado bobo, le resta eficacia a la asimetría que formalmente impone el sólo inventario de sus medios frente a un agresor en principio insignificante.
Esa falta de determinación estatal es la que procura explotar el accionar guerrillero desde la estrategia definida por Ernesto Guevara con estas palabras:
"Muerde y huye, espera, acecha, vuelve a morder y a huir y así sucesivamente, sin dar descanso al enemigo. Hay en todo esto, al parecer, una actitud negativa: esa actitud de retirada, de no dar combates frontales, sin embargo, todo es consecuente con la estrategia general de la guerra de guerrillas, que es igual en su fin último a la de una guerra cualquiera: lograr el triunfo, aniquilar al enemigo".
Vuelva a leerse el párrafo citado y préstese atención al énfasis de Guevara en señalar como objetivo de la guerra la aniquilación del enemigo: "aniquilación del enemigo" dice, no "aniquilación del accionar enemigo". Dejo al lector pensar todas las implicancias de esa afirmación en función del contexto histórico argentino, con las parodias de juicios a los vencedores del terrorismo castrista.
"Muerde y huye" es la idea en la mente de quienes dirigen el accionar terrorista mapuche, así venimos viendo usurpaciones de tierras, ataques contra civiles y fuerzas del orden, un operativo absurdo en el que sólo se detuvo a mujeres y niños (el Estado bobo que obra sin convicción ni Inteligencia), un presidente que no se sabe ni sabe qué representa y toda esa sucesión de hechos teniendo final, por ahora y sólo por ahora, en la reciente quema de máquinas viales (modalidad largamente utilizada en el sur de Chile).
La RAM, Resistencia Ancestral Mapuche, es el desprendimiento argentino de la CAM, Coordinadora Arauco Malleco, siendo claro que Facundo Jones Huala tiene por referente político y operativo a Héctor Llaitul, quien recibe directivas desde Cuba con financiación vía Venezuela. La presencia de viejos terroristas montoneros dando apoyo político y logístico a la ambición secesionista mapuche reafirma la dirección cubana de las acciones. Funcional además a los intereses chinos y lateralmente coadyuvante a la proyección británica sobre el Atlántico Sur.
Volvamos entonces a leer a Guevara:
"Pensemos como podría comenzar un foco guerrillero. Núcleos relativamente pequeños de personas eligen lugares favorables para la guerra de guerrillas, ya sea con la intención de desatar un contraataque o para capear el vendaval, y allí comienzan a actuar. Hay que establecer bien claro lo siguiente: en el primer momento la debilidad relativa de la guerrilla es tal que solamente debe trabajar para fijarse al terreno, para ir conociendo el medio, estableciendo conexiones con la población y reforzando los lugares que eventualmente se convertirán en su base de apoyo".
El fragmento es por demás claro y revelador. La geografía montañosa en la que se manifiesta el accionar secesionista es muy propicia para maniobras de guerrillas. Es fácil esconderse, es fácil desplazarse, es fácil recibir apoyo logístico, es fácil atacar y replegar. Pero, exponencialmente, todo eso es todavía mucho más fácil porque el Estado no reacciona más allá de los hechos consumados.
Sigue Guevara:
"Hay tres condiciones de supervivencia de una guerrilla que comience su desarrollo bajo las premisas expresadas aquí: movilidad constante, vigilancia constante, desconfianza constante. Sin el uso adecuado de estos tres elementos de la táctica militar, la guerrilla difícilmente sobrevivirá".
Pensando como el enemigo es necesario aplicar esas tres consignas desde el despliegue propio para limpiar el terreno de subversivos. Y eso implica proactividad por parte del Estado. Una proactividad que no está en la mente ni el ánimo de la dirigencia política y que, como mucho, se manifiesta de manera oportunista en algunas voces que proponen respuestas efectistas pero que no servirían de nada por falta de claridad en los objetivos y métodos.
Fidel Castro y su horda comunista pudo imponerse al Ejército Cubano porque ese Ejército carecía de identidad, tradición y convicción, o sea era falto de toda iniciativa para vencer. Cuando los guerrilleros encuentran una resistencia bien plantada son sistemáticamente derrotados, como lo demuestra el fracaso del Che Guevara en Bolivia, la derrota de los "uturuncos" a manos de la Gendarmería Nacional y también la victoria de las Fuerzas Armadas sobre Montoneros, ERP y otras bandas de criminales marxistas en la Guerra Antisubversiva.
Luego es preciso comprender que la acción violenta tiene un correlato de acción psicológica que se da en el plano político cultural. Aún citando a Guevara por la claridad de lo táctico, su propio fracaso demostró a los teóricos marxistas que el foquismo militar es inviable sin la acción subversiva agitando todo conflicto al interior de la sociedad atacada. Guevara no supo apreciar las particularidades de Cuba con relación a países como la Argentina, por lo que dio una desmedida preponderancia al accionar militar en ámbitos rurales, pero a pesar de ello vislumbraba que:
"Naturalmente, cuando se habla de las condiciones para la revolución no se pueden pensar que todas ellas se vayan a crear por el impulso dado a las mismas por el foco guerrillero. Hay que considerar siempre que existe un mínimo de necesidades que hagan factible el establecimiento y consolidación del primer foco. Es decir, es necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad de mantener la lucha por las reivindicaciones dentro del plano de la contienda cívica. Precisamente la paz es rota por las fuerzas opresoras que se mantienen en el poder contra el derecho establecido. En esas condiciones, el descontento popular va tomando formas y proyecciones cada vez más afirmativas y un estado de resistencia que cristaliza en un momento dado en el brote de lucha provocado inicialmente por la actitud de las autoridades".
Hay pues una deliberada intención de romper las bases de la convivencia pacífica instalando un relato de oprimidos que vienen a ser vengados. Para dar entidad a ese relato no alcanzan los panfletos que acompañan cada acción violenta, requiere un despliegue de medios culturales que Guevara no pudo imaginar en su tiempo. El accionar subversivo en el campo de la cultura falsifica la historia, confunde la memoria, agita la insatisfacción y sobre todo inyecta odios.
El odio como herramienta revolucionaria fue explícitamente señalado por Guevara:
"El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal".
Conclusión:
La mentalidad de los enemigos que planifican y ejecutan con pretexto mapuche este ataque contra la Nación Argentina es ideológicamente criminal, diametralmente opuesta a la mentalidad argentina, pero aún así es imperioso jugar y bien el juego de roles para pensando como piensa el enemigo anticipar sus movimientos, proyectados a largo plazo con una virulencia de espiral ascendente.
He omitido aquí tanto como he podido consideraciones políticas limitándome a la observación técnica, pero no puedo soslayar que la marcada debilidad que exhibe el Estado en Argentina es en esencia un problema político. Porque este conflicto en particular se afirma en las mismas causas por la que proliferan escenarios de Guerra Civil Molecular en todo el territorio argentino.
El problema de fondo es político, por lo tanto, el comienzo de la solución también es político. Y sin esa resolución previa ningún conocimiento técnico será suficiente.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
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