Hace un rato, hoy domingo 10 de Noviembre de 2024, en un zapping televisivo atiné a pasar por la TV Pública cuando se emitía el programa "Shalom AMIA".
Con particular desagrado observé el registro de la visita de escuelas primarias de la Red Escolar Judía al mal llamado "Parque de la Memoria", ese lugar en donde la mentira de los 30.000 desaparecidos es un muro al que sobran los ladrillos y le faltan las verdades.
Ariel Cohen Imach, director de Educación de AMIA, dijo a cámara que con la visita al parque los chicos "aprenden un montón" de lo que tiene que ver con el terrorismo de Estado. En tal sentido hizo mención al testimonio de familiares de judíos desaparecidos en Argentina, pero en ningún momento mencionó a las organizaciones terroristas ni los atentados de esas organizaciones; es decir no indicó que a la visita al parque se le haya dado a los chicos el contexto de la época. Y esa falta de contexto es una de las características que diferencian educación de adoctrinamiento.
En un speach de extremo y ridículo pacifismo, por no llamarlo de otra manera, afirmó Cohen Imach que "matar a una persona significa terminar con un mundo y salvar a una persona significa salvar al mundo entero".
Añadiendo luego, que se espera que de la visita los chicos se lleven el mensaje de "respetar las ideas de otro, de nunca pensar que los demás no tienen derecho a expresarse, de que no importa a qué pueblo pertenecen o cual es su idea política, o cuales son sus gustos, todos los seres humanos somos igualmente valiosos y tenemos que convivir en paz".
En la señalada falta de contexto, esa frase que podría pasar por bienintencionada se torna digna de ser repetida en alguna película cómica por algún rabino disfrazado de hippie en medio de Gaza. Porque nadie decente quiere andar matando gente, pero en la realidad en la que vivimos, y basta a cualquiera abrir un diario (o un portal de noticias) la realidad es que en el mundo abundan seres despreciables que intentan imponer sus ideas y dominio por la vía del terror y combatirlos es un deber de pura preservación de la humanidad. Los judíos, se supone, lo saben mejor que nadie y no deberían olvidarlo.
En Argentina, durante los años de plomo, la organización terrorista Montoneros, cuya comandancia militar entre 1978 y 1982 funcionó dentro del servicio de Inteligencia exterior de la dictadura de Fidel Castro (o sea que le cabe a sus acciones la etiqueta de terrorismo de Estado) hacía todo lo contrario de lo que Cohen Imach dice querer trasmitir a los alumnos. Montoneros no respetaba las ideas de otros, negaba a los demás el derecho a expresarse, consideraban enemigos a personas por su pertenencia a otros pueblos, como por sus ideas políticas y hasta por sus gustos. Montoneros mataba en el convencimiento criminal que no todos los seres humanos somos igualmente valiosos y tenemos que convivir en paz.
Y me refiero específicamente a Montoneros, como podría decir ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), solamente porque en las imágenes del muro al que le sobran ladrillos se puede leer en primer plano el apellido "Oesterheld".
Tanto el historietista Héctor Germán Oesterheld como sus cuatro hijas: Diana, Beatriz, Estela y Marina, todos neutralizados durante la, según ellos, Guerra Revolucionaria (a la que yo elijo llamar Guerra Sucia) revistaban en la organización terrorista Montoneros. Al respecto la viuda de Oesterheld hizo años atrás esta declaración que sí debería explicarse a los alumnos de primaria y secundaria para entender el contexto de la época:
"La bronca se me mezclaba con el dolor, porque yo no podía entender que el hombre con el que habíamos sido tan felices, el escritor pacifista y democrático que había plasmado su amor al prójimo en todas sus obras, hubiera tomado partido por algo violento. Porque aunque él no lo fuera, era cómplice de los que lo hacían y ponía en riesgo a sus hijas. Héctor miraba a los jóvenes que querían un mundo mejor y exclamaba: 'Estos chicos son maravillosos'. Y yo le contestaba: 'Hasta ahí vamos bien, pero no podemos dejar que se expongan'. Si me hubiera escuchado..."
Karina Korob, coordinadora de programas y proyectos educativos de AMIA, hizo una afirmación que sin el debido contexto, como el que da el testimonio de la Señora Oesterheld, es una falsedad peligrosa: "Queremos acercar a los chicos que esto que sucedió nos pudo pasar a cualquiera y por eso es importante recordar para que no se vuelva a repetir".
Ciertamente cualquiera puede ser una baja inocente en cualquier guerra, pero en el transcurso de la guerra declarada por el terrorismo castrista contra la Nación Argentina los daños colaterales fueron mínimos; de hecho considerablemente menores, en número y en procentaje de error, a los que la necesidad entendible del Estado de Israel por prevalecer frente al terrorismo de Hamas y Hezbollah están causando en Gaza.
El punto es que no hay ninguna diferencia sustancial entre los terroristas que volaron la Embajada de Israel y la AMIA y los montoneros que volaron el comedor de la Policía Federal entre muchos otros actos criminales. Son la misma cosa horrenda, por lo que es un contrasentido protestar contra aquellos y lamentar la muerte de estos.
En el programa, por testimonios de sus familiares, se mencionan los casos de desaparición de Darío Bedne, integrante de la organización terrorista Montoneros, Víctor Norberto Galuz y Javier Grebel. No dispongo de datos sobre si Galuz y Grebel revistaban o no en en alguna organización terrorista.
Si la visita al Parque de la Desmemoria fue la memoria selectiva que el programa mostró, si no ofrecen a los alumnos la posibilidad de comprender el contexto con otros datos y testimonios, me gustaría decirles a Ariel Cohen Imach y Karina Korob que no se priven de hacer el despropósito completo: digan también a los chicos que matar terroristas de Hamas y Hezbollah es terrorismo de Estado y no debe volver a pasar...
La Nación Argentina ejerció frente al terrorismo castrista su innegable derecho a ser y prevalecer, el mismo derecho que ejerce Israel en estos días.
Aquí hace años, kirchnerismo y prevaricato sistematizado mediante en farsas de juicios contra los militares que vencieron al terrorismo castrista, se homenajea a terroristas como si fueran víctimas en vez de enemigos de la Patria y la humanidad.
En el muro infame de ese parque hay muchos más nombres de terroristas que de víctimas, y allí mismo vimos al entonces Presidente Macri ir con el Presidente Obama a tirar flores al río por los desaparecidos, lo mismo que si hubieran tirado flores al río lamentando las muertes de los terroristas de Al Qaeda.
Espero que alguna vez, a fuerza de verdad y memoria completa, nadie más haga el ridículo de lamentarse por lo que no debe.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
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