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martes, 7 de septiembre de 2021

CONGRESO CAESI - 50 AÑOS DE LA CÁMARA ARGENTINA DE EMPRESAS DE SEGURIDAD PRIVADA E INVESTIGACIÓN

 
Desarrollo del evento y una reflexión a modo de conclusión.




Conforme al contexto presente, el congreso celebratorio de los 50 años de CAESI, Cámara Argentina de Empresas de Seguridad Privada e Investigación, realizado el 2 de Septiembre de 2012 tuvo inicio con su Presidente, Ramón Verón, efectuando un minuto de silencio por los muertos a causa del Covid. La virtualidad del evento, más allá de la presencia en los paneles de algunos expositores, mostraba una vez más otra de las formas en que la declaración de pandemia ha afectado la normalidad. Y ese fue una cuestión recurrente a lo largo del Congreso porque tuvo la seguridad privada que adaptarse rápidamente a lo que me niego a llamar "nueva normalidad" -porque no lo acepto más que como excepción que debe superarse- y el desafío viene dejando enseñanzas varias.

Luego se fueron sucediendo las exposiciones siguiendo el programa establecido. 


Así la Subsecretaria de Programación Federal y Articulación Legislativa del Ministerio de Seguridad de la Nación, Silvia La Ruffa habló en representación de Sabina Frederic. 

Siendo que la modalidad virtual ofrecía en pantalla la posibilidad de formular preguntas, envié una: "¿Cómo pretende brindar Seguridad Interior un gobierno que atenta, a diario y sostenidamente, contra la Constitución Nacional?", pero La Ruffa no contestó preguntas. 

En su exposición refirió la posibilidad de una ley de seguridad privada interjurisdiccional reconociendo que es un tema complejo, y trasmitió como mensaje de Frederic que el Ministerio está abierto para impulsar el debate parlamentario de la cuestión.

Mi pregunta tiene su razón de ser. Estoy convencido que la seguridad privada tiene un enorme potencial de crecimiento, pero  el potencial encuentra un techo cuando desde el Estado, en lugar de afirmar la seguridad jurídica, se atenta sistemáticamente contra ella y por ende la generación de riqueza. Sin empresas generadoras de riqueza no habrá crecimiento sostenido para sectores de soporte; ni país viable.

A su turno, Ramón Grado, desde los Estados Unidos y recordando tiempos idos en que un peso valía un dólar, casi logra que se me piante un lagrimón...



En su disertación sobre la evolución de la seguridad privada en Estados Unidos y sobre qué experiencias pueden ser de utilidad para América Latina remarcó que personas, procesos y tecnologías hacen la diferencia, siendo muy preciso al enfatizar que se debe comprender que el negocio de la Seguridad impone adaptarse a la evolución tecnológica y no aferrarse a instrumentos que tienen un momento en el mercado antes de quedar obsoletos.

Suscribo también este concepto vertido por Ramón Grado: si bien la ciberseguridad es la niña bonita del momento, la amenaza más preocupante sigue siendo la que entra caminando por las puertas.

Siguió el panel "Los desafíos de la Seguridad Electrónica - Como generar valor para nuestros clientes".


En igual sintonía con lo antes expresado por Grado, Juan Pablo Coletti explicó con solvencia que la dinámica del delito pone a prueba en forma permanente las defensas que ofrece a su accionar la tecnología y el ingeniero Marcelo Lozano aportó la experiencia de un cliente de la seguridad privada. O sea: la razón de ser del negocio de la seguridad privada. En su caso aplicando a proyectos inmobiliarios y de hotelería.

Con toda lógica, dado el predominio de lo humano tanto en las amenazas como en la esencia de lo protegido y en el principal instrumento para brindar esa protección, la importancia fundamental y vital del factor humano tuvo su propio panel: "La industria de la seguridad privada como un gran generador de empleo de calidad". 


Yendo más allá de la recurrente preocupación manifestada por la operatoria de "cooperativas" (que se percibe tanto una forma más o menos encubierta de la precarización laboral como una competencia desleal), comprender el recurso humano, valorizarlo y sostenerlo afianzando lazos de recíproca lealtad, aunque puede parecer una obviedad no lo es tanto cuando el desarrollo de la Inteligencia Artificial pone en un horizonte cercano el momento de la Singularidad. Aquello que hasta hace unos años sólo era ciencia ficción ya está a la vuelta de la esquina y traerá, a más tardar en pocas décadas, más preguntas que respuestas (ver "Un soldado de John Connor"). Es preciso tener en cuenta, además que las cuestiones tecnológicas no esperan para avanzar e imponerse que los países atrasados se pongan a la altura y brinden su consentimiento, por mucho que los argentinos sigamos apabullados por la diaria atendiendo siempre cuestiones de coyuntura con parches para lo inmediato, cuando ese salto tecnológico se produzca nos va a caer encima, para bien o para mal según hagamos las cosas; y digo esas "cosas" que nos reclamaba hacer Ortega y Gasset.

Acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", por esa misma prevalencia de lo inmediato que desde hacer rato se instaló como nuestro modo de malvivir atascados en una institucionalidad decadente, es un reflejo de supervivencia que toda actividad se piense manteniendo un ojo sobre la política. 

De allí la presencia de Sergio Berensztein como analista político para tratar "Las principales demandas ciudadanas en el contexto de la competencia electoral". Está claro, al menos para mí (caben distintas opiniones) que si Argentina no fuera, como es, un país dañado institucionalmente, degradado en su cultura y que se sumerge cada día más en la miseria intelectual, algo tan de momento como una elección de medio término, no tendría mucha razón de ser para un congreso celebratorio del medio siglo de actividad de una cámara empresaria. 


Y como lo ideal se encuentra muy lejos de esta realidad, resulta de interés escuchar a Sergio Berensztein afirmar, en un congreso de seguridad privada, que en el panorama político el PRO se corrió mucho al centro (para mí el PRO es centroizquierda más que centro) y eso dejó un vacío de representación de la centroderecha que hoy se está intentando llenar. Coincido en parte porque creo que el vacío viene de antes. 

Ya más en tema específico estuvo acertado Berensztein en subrayar el rol auxiliar de la seguridad privada y que por ello un Estado que no cumple con su función en materia de seguridad lejos de beneficiar obstaculiza el desarrollo de la seguridad privada. Eso lo comparto plenamente.


Mención aparte, en mi personal consideración, merece la exposición de Guillermo Madero, quien se ha especializado en eventos deportivos y hoy cumple funciones en CABA. Madero fue uno de los mejores funcionarios que tuvo la gestión Bullrich en el Ministerio de Seguridad de la Nación, donde se destacó su profesionalismo sobre el conjunto por racionalidad y método. Y esas características afloraron en su disertación sabiendo ubicar muy bien, desde su experiencia en espectáculos con masiva afluencia de público, el rol concurrente y complementario de la seguridad pública y la seguridad privada sin confusiones de incumbencias profesionales. 

Tener claro los roles y no confundirlos es importante y necesario cuando se debata un proyecto de Ley Federal de Seguridad Privada para resolver con ella algunas cuestiones prácticas que surgen del federalismo, sin avasallar facultades provinciales, ni distorsionar la esencia de la seguridad privada.

Maximiliano Papera, Director de Seguridad Privada de Córdoba sostuvo que conforme a la nueva Ley provincial se estableció a la seguridad privada como servicio esencial, y esto fue clave para afrontar los desafíos que trajo el COVID-19.

Marcelo Montero, Director Bonaerense de Seguridad, e Ignacio Cocca, Director General de Seguridad Privada y Custodia de Bienes de CABA, firmaron un convenio sobre custodia de mercaderías en tránsito. 

Finalmente, escuchar al ministro de Seguridad de Santa Fe Jorge Lagna decir que en su provincia: "está todo por hacerse", sonó a chiste de humor negro. No se malinterprete el sarcasmo. Lo que describió Lagna en el  Congreso CAESI es el fracaso de la política santafesina en materia de seguridad, algo que lo excede porque además de no ser Mandrake para poder arreglarlo es un ministro muy condicionado por la política y los desaciertos brutales de su antecesor.

UNA CONCLUSIÓN:

Que el Congreso de CAESI por sus 50 años ha sido un evento interesante lo refleja la misma extensión de esta nota, que sólo iba a ser reseña de un párrafo y alguna imagen. 

La Seguridad Interior consiste en garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. En esa definición, por los valores de la propiedad privada, la intimidad y el pleno ejercicio de la Libertad en sus muchas expresiones, que el texto constitucional ampara poniendo un sano límite a la intervención estatal, la seguridad privada es tan necesaria como concurrente al mismo fin con que el Estado fue pensado por los constituyentes: alcanzar y sostener el estilo de vida basado en la Libertad que como identidad nacional quedó plasmado en nuestra Constitución.

En este presente de la Nación Argentina hay una evidente subversión del orden constitucional que, partiendo de gobiernos que en forma persistente se toman atribuciones que ninguna Asamblea Constituyente les ha conferido, doblegó la conciencia ciudadana hasta la mansa aceptación del cachivache como modo de vida. 

Los argentinos no vivimos como fue bien pensado que vivamos, y desde hace tiempo parecemos pensar tan mal como vivimos. 

Entonces se consolida una disociación entre los parámetros públicos y privados, entre la exigencia de una misma persona como ciudadano o como cliente frente a la cuestión seguridad. Y esa es una separación peligrosa, porque tiende a la confusión de roles haciendo que lo que debe ser concurrente vaya a convertirse en "lo subsidiario a falta de". 

La seguridad privada necesita el marco institucional que solamente un Estado prolijo puede dar. Se deforma cuando la regla del Estado es la desprolijidad constante. La seguridad privada, y quienes mejor lo saben son los empresarios del sector, no aspira a que sus clientes vivan como prisioneros ni como burócratas que para desplazarse seguros requieren habilitar infinidad de permisos. No es esa la calidad de vida que da razón de ser a la seguridad privada.

Incluso cuando el cliente al contratar los servicios de una empresa de seguridad privada explicita sus demandas en términos de encierro y espera una respuesta satisfactoria, el rol del asesor privado es señalar la inviabilidad de pretender sostener medidas extremas indefinidamente. 

Pero ese mismo cliente que va a buscar una respuesta particular a su inseguridad, dispuesto a encerrarse, muchas veces ya no explicita sus demandas como ciudadano y en ocasiones ni recuerda el significado de la ciudadanía. El Estado, en su gigantismo inútil, lo venció, lo agotó la blindada irracionalidad de políticos que huyen de la austeridad, lo desanimó hasta quitarle la voluntad de exigir un mínimo de sentido común. Y esa resignación, en mayor o menor medida, la experimentamos todos.

Bajo anarquía no hay verdaderas empresas de seguridad privada, bajo regímenes comunistas tampoco. Ni un Estado fallido ni un Estado totalitario son propicios para la seguridad privada. Es una condición política insoslayable que el marco institucional de países democráticos es el que brinda las mejores condiciones para el desarrollo empresarial de la seguridad privada.

Por ello, si hay un sector que en defensa propia debe convertirse en un factor de presión sobre la conducción política del Estado, exigiendo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional, es la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad Privada e Investigación. 

Durante los próximos 50 años deberá hacerse un enorme y sostenido esfuerzo para sacar a la República Argentina de la decadencia por la que se precipita. CAESI, si es que quiere celebrar también y mejor sus 100 años, tendrá que ser entonces una de las voces que se alcen severas por la salud institucional de la República y contra la resignación al fracaso. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
 






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