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viernes, 25 de septiembre de 2020

¿YA SE JUSTIFICA UN GOLPE MILITAR?




El 18 de Marzo de 1976 Álvaro Alsogaray manifestó claramente su oposición a que las FF.AA. dieran un golpe de Estado. No fue escuchado. Y la historia demostró acertada tanto su argumentación como su clara visión del futuro.


En aquellas circunstancias, sostenía Alsogaray que la crisis que experimentaba el país, aunque grave, no alcanzaba niveles de riesgo real para la supervivencia misma de la Libertad. Y no estando en juego la Libertad, las FF.AA. debían abstenerse de intervenir en política. Cabe observar que Alsogaray, tanto por principios como por realismo político, comprendía que la existencia misma de las FF.AA. implica un deber de acción política, pero sólo en circunstancias extremas que tienen que ver con preservar la Libertad como razón de ser del Estado.


Por ello enseña Alsogaray que  la intervención política de las FF.AA. es la última reserva del país, y no debe ser arriesgada hasta tanto no esté realmente en peligro la supervivencia de la Libertad. Desde ya, entender a un medio de acción como el último recurso no simplifica la difícil tarea de analizar y precisar el exacto momento en que los demás recursos están agotados, sea por imposibilidad o ineficacia. Y menos si se trata de preservar algo tan frágil como la Libertad.


Alsogaray supo apreciar en marzo de 1976, que el golpe de Estado no era todavía necesario, contra todo el espectro de la opinión pública y política que, a más de desear el golpe lo sabía en marcha. Y el 24 de Marzo fue recibido por los argentinos con un gran suspiro de alivio. Conservó el temple Alsogaray, sin caer en la desesperación del momento, y quizá el motivo de esa frialdad de análisis, propia de un estadista, sea su optimismo reflejado en esta frase: "Ningún país queda tan destruido para que no pueda levantarse sobre sus escombros".


Luego el tiempo, ese juez implacable de los actos humanos, demostró la exactitud con que el líder liberal anticipó las consecuencias de aquella precipitación. Leamos estos textuales de su carta conociendo la historia de entonces a hoy:


1 "¿Por qué habría un golpe de estado liberar a los dirigentes políticos de su culpabilidad?"


2 "¿Por qué transformarlos en mártires incomprendidos de la democracia precisamente en momentos en que se verán obligados a proclamar su gran fracaso?"


3 "Dirigentes peronistas y radicales, con abrazos y elogios recíprocos, acaban de ratificar su alianza de la Hora del Pueblo que condujo al país al caos".


4 "Hay que permitirles -más hay que exigirles- que gobiernen juntos y resuelvan el problema. Dentro de tres meses el país entero estará clamando para que se vayan, pero no como perseguidos sino como culpables. No necesitamos un golpe de estado".


5 "Muchos de quienes alimentan hoy el golpe, se congratularon haciendo la V de la victoria el día de las elecciones en que triunfó Perón y pronto volverían a cambiar de frente criticando el golpe".


Y aquí Alsogaray (un toque de humor para matizar la cosa) supera a Nostradamus y Parravicini: 


6 "El mismo público que hoy protesta unánimemente por el actual estado de cosas, comenzará a vilipendiar a los militares, alentado por los políticos, a quienes habrá salvado in extremis causa".


Ningún otro político argentino ha formulado una probable evolución tan exacta como este verdadero Parte de Inteligencia escrito por el Capitán Ingeniero. Es notable leer este documento desde el hoy. Y una vez leído, comentado, compartido, viene la parte dura de este artículo: Hay que pensar. Y para hacerlo todavía más áspero, tratemos de pensar juntos.




De 1976 a 2020 la historia argentina puede entenderse como la crónica de una decadencia, en la que las situaciones se repiten, aunque como canta Charly García: "no entiendo a los que hacen lo mismo que yo hice ayer, pero como hasta ahí nomás, como viviendo en el pasado". En estos años Argentina ha perdido pasión. Ya no se mata ni se muere por ella. Pero no ha sido la razón la que puso límites a la pasión, sino la confusión, la indiferencia, el hartazgo, los más de los mismos. La farsa en malas copias de los que eran, buenos o malos pero eran.


Y estamos aquí en condiciones de hacer aquellas mismas preguntas. Ya sabemos que entonces las respuestas del Álvaro Alsogaray fueron las correctas. Pero de entonces a hoy, ¿si volvemos a preguntarnos eso mismo será correcto repetir lo que dijo entonces? Por mucho menos de lo que Argentina vive en el presente se desencadenaron golpes militares en el siglo pasado. En 1976 la posibilidad de golpe militar era tema puesto a viva voz en cada conversación. En 2020 se censuraba por corrección política, hasta que habló Duhalde. De 1976 a 2020 ha cambiado el mundo y la Argentina. Para bien y para mal. Por lo que aquellas reflexiones de Alsogaray deben ser aggiornadas a preguntas que responder por nosotros mismos.  Ensayo algunas:


1 ¿Está hoy realmente en peligro la supervivencia misma de la libertad en Argentina?  


 2 ¿Están dadas las condiciones para que las FF.AA. como última reserva intervengan en la vida política del país?


3 ¿Sería precipitado afirmar que kirchneristas y cambiemitas no pueden resolver el drama en que han sumido al país?


4 ¿Un golpe militar serviría al país o liberaría a los dirigentes políticos de su culpabilidad?


5 ¿Hay que permitirles a kirchneristas y cambiemitas (la casta política) seguir gobernando hasta que reconozcan su fracaso en común? ¿Podrían reconocerlo?


6 A la luz de la experiencia venezolana ¿se puede esperar a que un estallido social expulse del poder a la casta política?


7 ¿Si la Constitución Nacional es violentada por oficialismo, oposición parlamentaria y Corte Suprema de Justicia de la Nación, qué debemos hacer todos aquellos que juramos defenderla? 


8 ¿Cuándo será muy tarde para reaccionar?


9 ¿No es absurdo y paradojal defender un gobierno que surgido de iure se deslegitimó al dejar sin efecto la Constitución Nacional con el estado de sitio de facto implantado a partir del golpe de Estado kirchnerista del 19/04/2020, por el prurito de ser "golpista"?  


Pensemos.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,

un liberal que no habla de economía.

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