1938 - 28 de Julio - 2018
80º Aniversario de Gendarmería Nacional
SER
GENDARME
Como
indagando en la propia identidad he reflexionado mucho tiempo sobre el
significado de “ser gendarme”.
El
origen de esas reflexiones lo encuentro en la tendencia natural a emular los
pasos paternos. Nací en 1965 y mi padre sirvió en la Gendarmería Nacional desde
su ingreso en 1947 hasta su retiro como Suboficial Principal en 1972,
conservando en condición de agente de Inteligencia el vínculo activo con la
institución hasta su muerte en 1985.
Suboficial Principal GN Don José Santiago Tamagnone. |
Al
terminar mis estudios secundarios cambié de planes optando por estudiar
abogacía; sin embargo cierto margen de duda estaba ahí como una cuenta
pendiente. En 1988 ingresé a la Escuela de Oficiales de Gendarmería Nacional y
a los pocos días de incorporado pedí la baja en estos términos: “meditadamente observo que las vivencias y
perspectivas de la vida civil son más intensas en mí que sus pares en la vida
del gendarme”.
El
despejar toda duda sobre mi vocación civil no disminuyó el afecto y aprecio por
la Gendarmería. Al contrario, hizo que
valorase aún más el significado de ser gendarme.
Y
es que para ser gendarme se requieren tres condiciones sine qua non. La primera
es sentir un profundo amor por la Patria. No se puede ser gendarme sin partir
del sentimiento patriótico. La segunda condición, entrelazada con la primera,
es tener una gran vocación de servicio en el sentido de estar dispuesto a
brindarse a los demás. Esto queda muy claro cuando, desde la observación
civil, se afirma que “el gendarme es un
tipo gaucho”.
Pero
estos dos requisitos necesarios, amor a la Patria y vocación de servicio, no
son suficientes porque no alcanzan por sí a definir la particular vocación del
gendarme. Muchos argentinos, afortunadamente, sintiendo un profundo amor a la
Patria y una gran vocación de servicio se realizan en otras actividades
conservando intactas esas dos condiciones.
Entonces,
para ser gendarme hay una tercera condición necesaria y definitoria: la
particular convicción de poder realizarse sirviendo a la Patria como gendarme.
A
diferencia de las dos primeras condiciones, simples y puras, esta tercera
condición resulta mucho más compleja. La convicción de ser gendarme es producto
de una suma de factores múltiples y variables que, al igual que ocurre con las
huellas digitales, nunca es exactamente igual en dos sujetos por muy parecidos
que sean. Así, en ese ADN del gendarme se combinan elementos que, con mayor o
menor intensidad, confluyen en una misma identidad, como ser: aprecio por la
naturaleza, conservación del honor, una particular atracción por el terreno
difícil, valoración del estado físico, gusto por las armas, apego a la
disciplina militar, sentido del orden y consideración de la función policial,
etc.
Con
esas tres condiciones, amor a la Patria, vocación de servicio y convicción de
ser gendarme, recién se empieza a ser gendarme, pero sólo se concreta viviendo
en la tradición de los gendarmes. Sin duda algo similar a otras muchas
identidades institucionales, pero con características distintivas que, acaso
(hermosa palabra la palabra “acaso”) la hacen única.
A
lo largo de su historia Gendarmería Nacional ha forjado una tradición de honor
y servicio, jalonada día a día por innumerables actos cotidianos de abnegación
y mérito en las extensas fronteras de la República Argentina, como en cada
lugar al que el deber la llama para desempeñarse con energía y corrección.
Fuerza
de seguridad y primera línea de defensa, los gendarmes velan por la soberanía
nacional. En ese rol de centinelas enfrentaron en Lago del Desierto (06NOV1965)
a los carabineros chilenos abatiendo al Teniente Hernán Merino, sin odio alguno
y reconociendo en él a un valiente con convicciones muy similares a las
propias.
Y
es que los gendarmes también han sabido ofrendar generosamente su sangre en
cumplimiento del deber; lo han hecho, lo hacen y lo harán siempre que la Patria
lo necesite.
Recuerdo
con gratitud a los gendarmes muertos y heridos durante el Operativo
Independencia, en defensa del estilo de vida y la integridad territorial de los
argentinos, cuando en 1975 Tucumán fue uno de esos Vietnam soñados por el
delirio totalitario para aniquilar libertades y establecer una dictadura
eterna; a imagen y semejanza de la que sigue oprimiendo a Cuba.
Con
el mismo espíritu marcharon en 1982 a la Guerra de Malvinas los integrantes del
Escuadrón Alacrán, tributando a la Patria otro generoso y noble sacrificio en
defensa de la dignidad nacional.
Si
morir por la Patria es vivir por siempre, en la tradición de honor de los
gendarmes han de perdurar nombres como los de Guillermo Nassif y Ramón
Gurmersindo Acosta, autor este último de una carta para su hijo que ningún
argentino puede leer sin conmoverse hondamente. En unas pocas líneas, Acosta
revela que sobre el amor a la Patria y la vocación de servicio, la convicción
hace que “ser gendarme” adquiera una dimensión trascendente, algo que va mucho
más allá de lo “profesional” entendido como un mero trabajo o función: “ser
gendarme” es, al fin de cuentas, una de esas vivencias de valores y camaradería
que por su trascendencia hacen de la muerte apenas una circunstancia, casi una
insignificancia.
Gendarmería
Nacional, Centinela de la Patria.
Honor
a los combatientes y Gloria a los caídos.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
-J. Santiago Tamagnone (h)-
Un liberal que no habla de economía.
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